El uso de cajas negras en el automóvil siempre genera recelos y opiniones encontradas. Sin embargo, en plena revolución por la inminente llegada del coche autónomo como tecnología real, el uso de cajas negras podría conseguir el ansiado consenso entre fabricantes, aseguradores y legisladores para garantizar responsabilidades en caso de accidente con un coche autónomo implicado.
El marco legal, el verdadero problema de la conducción autónoma
Aunque en Tecmovia lo hemos repetido por activa y por pasiva, una vez más nos vemos obligados a admitir la realidad: la tecnología ha evolucionado a una velocidad mucho mayor a lo que lo ha hecho la ley. De este modo, fabricantes y firmas implicadas en el desarrollo de la conducción autónoma ya han comunicado su preocupación, ante la imposibilidad de llevar al mercado funciones basadas en conducción autónoma.
Hay que recordar que la conducción autónoma plena no es aplicable al mundo real al momento de escribir estas líneas. Sin embargo, determinadas funciones ligadas a la tecnología de conducción autónoma sí que lo son: sistemas de búsqueda de aparcamiento autónomo, funciones de seguimiento para atascos y baja velocidad, etc.
El gran problema de todas las posibles aplicaciones de la conducción autónoma, está en qué sucede cuando un vehículo funcionando de forma autónoma sufre un accidente. La lógica nos dice que, siendo la tecnología la encargada de realizar las maniobras pertinentes bajo SUPERVISIÓN del conductor, será el conductor el único culpable al no haber actuado. Pero claro, llegados a este punto, las interpretaciones son infinitas.
Teniendo en cuenta que no existen dos accidentes iguales, no se puede imponer una ley que siempre deposite toda la responsabilidad en el hombre o en la máquina sin excepción. ¿La solución prevista? Instalar una caja negra que recoja en tiempo real todas las acciones y reacciones de hombre y máquina, pudiendo determinar a posteriori la responsabilidad de cualquier incidente.
Fuente: AutomotiveNews
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