En las ciudades europeas tenemos un serio problema de contaminación. Bien es cierto que el automóvil privado no es el único causante, pero sí forma parte de un problema que se agrava cuando tu parque automovilístico depende, en gran medida, de una inmensa cantidad de vehículos diésel. Y es que los motores de gasóleo, al contrario de lo que la creencia popular pensaba y las propias administraciones públicas trataron de transmitir, son aún más contaminantes y peligrosos para nuestra salud que los motores de gasolina. Esa ha sido la razón que ha invitado a Boris Johnson, alcalde de Londres, a proponer una subvención de hasta 2.000 libras (más de 2.500 euros) a todos aquellos que estén dispuestos a sustituir su viejo diésel.
El objetivo de Londres pasa por retirar de la circulación entre 150.000 y 300.000 vehículos diésel, con una dotación presupuestaria de 300 millones de libras. De llevarse a cabo esta medida, las ayudas podrían oscilar entre las 1.000 y las 2.000 libras, alcanzando la máxima ayuda aquellos que retiren de la circulación un diésel con al menos doce años de antigüedad. Lo que aún no se ha especificado es si esa sustitución requerirá la adquisición de un vehículo nuevo con motor de gasolina o si también podrán acogerse los diésel modernos, más limpios y cumpliendo la normativa de emisiones Euro VI.
Al anunciar sus intenciones, el alcalde de Londres no ha ocultado cierto sentimiento de culpabilidad por el mensaje oficial transmitido durante tantos años, el de que los diésel, en tanto consumen menos y emiten menos CO2, son más limpios que los vehículos de gasolina. De la preocupación por el CO2 hemos pasado a la necesidad de reducir las emisiones de NOx, que ahora es uno de los contaminantes más peligrosos para la salud y perseguidos por la Unión Europea. De hecho, las nuevas normativas de emisiones para automóviles van encaminadas precisamente a poner coto a estos gases contaminantes.
Londres, como París y como Madrid, tiene un problema importante en sus calles por la gran cantidad de vehículos diésel existentes en su parque automovilístico. Tarde o temprano, muchas capitales europeas, incluida Madrid, tendrán que tomar medidas – en ocasiones extremas – para reducir unos niveles de contaminación que superan los compromisos suscritos en la Unión Europea. En Madrid ya hemos visto como el ayuntamiento elevaba las tarifas para los automóviles más antiguos y, especialmente, para los diésel más antiguos. En París se están estableciendo restricciones en el tráfico, como la antipopular de las matrículas pares e impares. En Londres, además de esta propuesta, los diésel serán cargados con una Congestion Charge – el peaje contaminante de la ciudad – más alta.
Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Así que como dice el refrán, mejor prevenir que curar. El momento en que todas estas medidas comiencen a aplicarse en muchas capitales españolas llegará tarde o temprano, medidas que incluso podrían llegar a ser mucho más drásticas.
Fuente: Telegraph | The Guardian
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