Algo está pasando en los departamentos de I+D de los fabricantes de automóviles, la tracción total integral tal y como la hemos conocido hasta la fecha está en peligro de extinción. Aquellos diferenciales y grupos de reducción mecánicos que inundaban de controles los habitáculos están desapareciendo, y es que la electrónica y las exigencias impuestas por la eficiencia están en plena ebullición. Sistemas de tracción inteligentes, controles vectoriales de par o grupos controlados electrónicamente son solo el principio de una reconversión, un cambio que está destinado a entender la tracción total como una suma de ejes propulsores independientes con el motor eléctrico como piedra angular.
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Recientemente caía en mis manos el Mitsusbishi Outlander Plug-In Hybrid, un SUV híbrido enchufable cuya principal virtud estaba escondida bajo su carrocería. Mitsubishi posee una amplia experiencia en todo cuanto tiene que ver con el vehículo eléctrico, creando por ello un esquema de propulsión 4×4 inédito en el segmento con el permiso de la tecnología HYbrid4 de Peugeot. Mientras un propulsor híbrido compuesto por un motor gasolina , un motor eléctrico y un cambio automático impulsan el tren delantero, un único motor eléctrico es el encargado de lidiar con las necesidades del tren posterior. Con esta configuración, el único vínculo entre ambos trenes son solo cables.
Siendo francos, no es fácil plantear una configuración híbrida-eléctrica para sustituir a los tradicionales sistemas de tracción total, pero Mitsubishi ha dado ese primer paso. En la práctica, es sistema permite infinitas configuraciones en tanto a funcionamiento, contando además con la ventaja del par motor instantáneo y la eliminación de las pérdidas energéticas implícitas en todo grupo de transmisión/reducción. ¿Hay un sistema mejor? Por supuesto, dedicando un motor eléctrico para cada una de las ruedas (aunque añade problemas de costes), o integrando los propulsores en el interior de la propia rueda (problemas con las masas no suspendidas).
Con todo ello, la actual tendencia del sector es apostar por sistemas de tracción bajo demanda partiendo de diferenciales controlados. Esta idea, a pesar de ofrecer cierta mema en prestaciones según diseño, consigue elevar la eficiencia del conjunto gracias a la activación de los trenes propulsores según análisis de las necesidades de agarre.
Firmas como Audi y su conocido diseño de tracción integral quattro, o Volvo, y el también nuevo Volvo XC90, ya han confirmado cómo el futuro de los sistemas de tracción integral acogerá la propulsión eléctrica como solución más eficiente. Al mismo tiempo, si nos fijamos en marcas como Honda y su nuevo Honda NSX, encontramos como el sector de las altas prestaciones comienza a descubrir el potencial de combinar ejes propulsores independientes, una idea cuya máxima expresión la encontramos en el campeonato de resistencia WEC, donde los prototipos LMP1 híbridos emplean configuraciones híbridas para mejorar prestaciones y eficiencia.
Fuente: Mitsubishi | Audi | Honda | Volvo
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