La fibra de carbono ha llegado para quedarse. El material por excelencia de toda disciplina de competición comienza a descubrir un camino donde su uso se extienda hasta vehículos cada vez más económicos. A través del uso de polímeros reforzados con fibra de carbono (CFRP), la industria del automóvil pretende reducir peso y aumentar eficiencia a pasos agigantados. El uso de acero, después el aluminio, parece que tendrá en la llegada del CFRP su inmediato relevo, y es que el uso de CFRP se ha convertido en pieza clave para reducir emisiones en cada nuevo lanzamiento.
El uso de fibra de carbono siempre encontró dos grandes barreras difíciles de sortear hasta hace muy poco tiempo. Por un lado, la fabricación de piezas a partir de fibra de carbono es un proceso muy complejo que necesita de enormes recursos económicos para todo el proceso. Por otro lado, los altos costes derivados de la complejidad del proceso de fabricación y de la propia materia prima, hacían inviable su uso más allá de aplicaciones como la competición o vehículos de muy alta cuantía.
Pero las alianzas entre fabricantes automovilísticos y especialistas en la producción de fibra de carbono comenzaron a surgir, destacando el ambicioso plan de BMW y SGL Carbon para abaratar costes en todo el proceso productivo. A día de hoy, BMW se ha convertido en el fabricante automovilístico con mayor experiencia y posibilidades para explotar el uso de fibra de carbono en sus vehículos de calle: BMW i3 y BMW i8.
A través del último informa hecho público por la consultora Lux Research, podemos conocer como las predicciones con respecto al uso de fibra de carbono señalan un negocio valorado en 6.000 millones dólares para 2020. En la actualidad, el principal caballo de batalla para reducir costes en el uso de fibra de carbono sigue estando el alto coste de su manipulación, el cual representa el 78% del coste total. Las previsiones señalan que la expansión en su uso, junto con el crecimiento de acuerdos de colaboración entre fabricantes, permitirán democratizar el uso de piezas y elementos en CFRP.
Pero existe un gran problema antes de llegar al abaratamiento de la fibra de carbono, y es que hasta el momento todavía existe un gran proteccionismo de los fabricantes para con la tecnología desarrollada. Como ya pasara con el aluminio, el excesivo celo en preservar las patentes y tecnologías desarrolladas para su uso, han impedido que el aluminio abarate sus costes a través de una colaboración a gran escala. Por suerte, en el caso del aluminio ya comienzan a descubrirse fabricantes dispuestos a «enseñar» parte de los secretos detrás de su ventaja técnica.
Fuente: Lux Research
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