El coche eléctrico todavía podemos entenderlo como un importante y arriesgado desafío. No cabe la menor duda de que el futuro del transporte se dirige hacia algún tipo de electrificación de los sistemas de propulsión, encontrando diferentes apuestas entre las que destaca el coche 100% eléctrico alimentado por baterías. Europa se ha convertido en uno de los grandes mercados de futuro para esta tecnología, descubriendo numerosas iniciativas que promueven el uso de estas fórmulas de bajas emisiones, pero revelando un panorama donde cada país está desarrollando su apuesta de forma unilateral, dejando patente grandes carencias como es el caso de España y grandes oportunidades como es el caso de Noruega u Holanda.
Infraestructura: piedra angular del coche eléctrico
Todavía hoy podemos ver al coche eléctrico impedido por dos grandes hándicaps, por un lado tenemos el factor precio que poco a poco va reduciéndose, y por otro lado tenemos la disponibilidad de puntos de recarga que sigue siendo hoy un importante argumento de convencimiento. Mientras la expansión de los puntos de recarga sigue su curso, destacando que ya existen acuerdos para la convivencia entre los foramtos CHAdeMO y CCS, el mantenimiento y la gestión los puntos se ha revelado en España como el factor decisivo a la hora de ofrecer una red útil para el usuario.
La creación de una red de puntos de recarga de acceso público es un factor de vital importancia de cara a convencer al usuario de a pie sobre el potencial del vehículo enchufable. Ni todos pueden tener su propio punto de recarga doméstico, ni todos pueden aparcar siempre en la misma plaza, haciendo que el despliegue de redes de acceso público se convierta en un requisito vital para que cualquier usuario recargue su vehículo mientras éste permanece estacionado.
Casos como Ámsterdam se ha convertido en escaparates de cómo se ha de planificar la implantación de un infraestructura de recarga pública. Cada usuario cuenta con su tarjeta de acceso, pudiendo reservar el punto de recarga, gestionar la tarifa de recarga y tiempo, y decidiendo dónde y cuándo puede recargar gracias al despliegue de puntos existente.
Smart City: gestión energética inteligente y renovable
Claro está que la electrificación de un parque móvil debe ir acompañada de una gestión con previsiones a largo plazo, encontrando en el proyecto ZEM2ALL – participado por Nissan y Mitsubishi y que se está desarrollando en Málaga – uno de los mejores focos de investigación. El concepto de Smart City cobra su sentido en el momento que se ha de gestionar un alto consumo de energía distribuido en decenas, cuando no cientos, puntos de recarga que pueden ser activados en cualquier momento.
Coches e infraestructuras pasan a comunicarse en tiempo real para gestionar cuándo, cómo y dónde recarga de la forma más sencilla y económica. Los modelos teóricos de consumo energético no sirven, por ello es necesario que iniciativas como ZEM2ALL nos ofrezcan cifras reales del comportamiento de una sociedad que se mueve en coche eléctrico. Entre las grandes respuestas ofrecidas por estas iniciativas hemos descubierto que ni la recarga rápida es tan mala, ni los patrones de consumo son tan dispares como pensábamos viendo como el grueso de las recargas se realizan de noche una vez el coche queda aparcado en nuestro domicilio.
El concepto de previsión es clave para abastecer a todos los vehículos conectados, pues mientras que durante el día esos coches conectados pueden ser cargados mediante energías renovables, por la noche pueden servir como soporte para los picos de demanda teniendo en cuenta que la generación de tipo renovable habrá reducido su porcentaje de aportación respecto del total. Aquí entra en juego otra idea que permanece en el limbo y que es sumamente interesante, pues a través de los protocolos de recarga bidireccional V2G, es factible que el usuario pueda devolver energía a la red y cobrar por ello. En el fondo, lo ideal es que cualquier coche eléctrico estacionado permanezca conectado, aunque para ello habrá que ofrecer incentivos, claro está.
Cuestión de implicación
Tras abordar infraestructura y planes de gestión energética, queda al descubierto que el paso hacia la electromovilidad necesita de un alto grado de implicación por parte de múltiples interesados: fabricantes automovilísticos, compañías eléctricas y gobiernos. Mientras fabricantes y eléctricas ya han dado los primeros pasos hacia la progresiva implantación del vehículo eléctrico, en escenarios como España se vislumbra como el gobierno central y autonómicos siguen sin apostar de forma decidida por este cambio. No hablo de ayudas a la compra, que también es un recurso de incentivo, sino de respaldo y proyectos de ejemplificación como es el caso de reconvertir el parque automovilístico de cargos públicos.
El transporte público está obligado a dar el primer paso hacia la reconversión a eléctrico, más aún cuando ciudades como Madrid y Barcelona sufren reiteradamente de problemas de contaminación. Ante esta realidad, se echa en falta mayor apoyo de las administraciones para impulsar la generación de energía renovables, que a su vez sirvan para apoyar la paulatina sustitución del coche convencional por un eléctrico a baterías.
Fuente: Nissan
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