El coche privado tiene los días contados. Si eres amante del mundo de las cuatro ruedas quizás esta afirmación te cause cierto desagrado, pero en plena revolución del transporte, si hay algo que sobra, son coches. Las grandes urbes se presentan al inmenso problema del rápido crecimiento y envejecimiento del parque automovilístico, sobre todo el que recae en manos privadas. La solución lejos de ser difícil, apunta a una completa reinvención de nuestra forma de entender el transporte a través de las nuevas tecnologías. Lo creas o no, nuestro próximo vehículo podría estar detrás de una aplicación para smartphones.
Cuando el car sharing irrumpió en las grandes ciudades del mundo, todo tenía cierto regusto a moda pasajera, sin embargo muy pronto se descubrió que la idea de olvidarte del vehículo como una propiedad esconde numerosas ventajas. El usuario veía cubiertas sus necesidades, pero sólo en aquellos momentos donde éstas hacían acto de presencia, evitando por tanto tener que mantener un automóvil para un uso poco menos que puntual.
Junto al car sharing llegó el movimiento del transporte social, una idea que nacía junto al boom de las redes sociales y a las posibilidades que permite el internet móvil. La sociedad pasaba a estar conectada y pudiendo comunicarse en tiempo real. Iniciativas como Amovens y Bla Bla Car ponían sobre la mesa la respuesta a las necesidades de usuarios que realizaban viajes prestablecidos con el coche vacío. Con el coche compartido se conseguía que el usuario recortara sus gastos, encontrando también una forma más económica y sostenible para hablar de transporte.
Pero esto sólo es el comienzo. Recientemente conocíamos de cómo Helsinki proponía firmemente la eliminación del coche privado a través de un proyecto pionero basado en una aplicación para teléfonos móviles. Aunque en un primer momento pueda pareces descabellado, la idea propuesta en Helsiniki no buscaba más que poner al alcance de un app todo el transporte público disponibles en la ciudad. No hablábamos de una fórmula de nueva movilidad, sino de una integración perfecta de horarios y rutas para brindar al usuario una herramienta capaz de adecuarse a sus necesidades en tanto a trayectos.
Introduciendo nuestro origen y destino en la aplicación, ésta sería capaz de devolver una ruta compuesta por diferentes sistemas de transporte, que a su vez podría ser actualizada y mejorada mediante la adición de servicios adicionales como car sharing o similares.
En definitiva, hablamos de optimizar al máximo los recursos disponibles, dejando en el olvido esos carriles de autovía repletos de coches con sólo un usuario dentro del habitáculo. La clave de esta apuesta de futuro está en la integración de las diferentes fórmulas de movilidad en el transporte, pudiendo convertirse en una verdadera alternativa.
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