Sobre la conducción autónoma podemos extraer casi infinitas reflexiones, pero la que nunca hubiésemos imaginado es una relacionada con la difícil convivencia que se presenta entre coches convencionales y coches autónomos. Decimos difícil convivencia porque los primeros ensayos con coches autónomos circulando por carreteras abiertas al tráfico, han puesto de manifiesto que el resto de usuarios de la vía no ven con buenos ojos la presencia del coche autónomo, un coche que ejecuta todas sus maniobras cumpliendo todos y cada uno de las leyes del código de circulación, provocando la desesperación del resto de usuarios menos prudentes.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de hablar de conducción autónoma es el hecho de que estamos ante una máquina, un gran ordenador con ruedas que toma decisiones en función de directrices incuestionables. De este modo, en una carretera con límite de velocidad a 80 Km/h, el coche autónomo jamás excederá ese límite a no ser que se alteren sus parámetros de funcionamiento predefinidos. La ambigüedad no existe en la toma de decisiones de una máquina.
Si nos ceñimos a la teoría, el coche autónomo es la figura perfecta como sistema de transporte, donde su funcionamiento se basa en el cumplimiento de unas leyes y directrices impuestas. No hay interpretación, ni mucho menos violación de las normas salvo fallo. Dicho esto, la figura del coche autónomo se entiende como el mejor avance en seguridad que se ha producido en los últimos años, pues de su funcionamiento se extrae un control y prudencia imposible de alcanzar por un ser humano.
¿Pero qué sucede cuando surge la convivencia entre conductores humanos y coches autónomos? Con motivo de la salida a la luz de los 11 accidentes registrados con coches autónomos de Google implicados, tanto Google como Delphi salieron en defensa de la tecnología arrojando datos y anécdotas sobre el día a día de estos programas experimentales. Curiosamente, además de subrayar que ninguno de los 11 accidentes había sido culpa del coche autónomo, se dio a conocer que la presencia del coche autónomo en la carretera suele despertar bastantes iras entre el resto de usuarios de la vía, pues ante el rigor de la tecnología para con el cumplimiento de las leyes, el resto de usuarios respondían de forma agresiva.
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