No quieres que pase. Nadie quiere que pase. Pero en ocasiones sucede. Ya hemos visto que sucede cuando los frenos de un dragster fallan a más de 500 km/h, ahora toca ver qué ocurre cuando los frenos de un Mazda de competición fallan a más de 270 km/h. Le sucedió a Joel Miller con su Mazda RT24-P, durante las pasadas 12 Horas de Sebring, al acercarse a la curva 17 del trazado. Al ver que no frenaba, hizo lo único que podía hacer: apuntar con tino hacia los neumáticos de protección y prepararse para el impacto. Por fortuna, el golpe sólo dañó el frontal del coche y el piloto quedó ileso.
Gracias al trabajo de su equipo, el coche estaba listo para competir de nuevo tan solo una hora después.