Tengo que reconocerlo, estos coches antiguos, aparentemente inofensivos, transformados en bestias de competición, me encantan. Ya os hemos enseñado varios ejemplos, primero en la forma de un Saab 99 con un motor de 700 CV y luego con un Volvo Amazon al que le habían acoplado un turbo para extraer “sólamente” 500 CV. Son prácticamente minucias comparadas con los 1.032 CV de este pequeño Volkswagen Polo, un Polo de primera generación que fue matriculado durante los años 79.
Especialmente adaptado para la práctica del drag racing, incorpora modificaciones mecánicas muy importantes bajo su capó. La primera es la sustitución del motor original – de apenas 60 CV – por un 1.9 de gasolina desarrollado por AME Racing. Con culata de 16 válvulas, refuerzos por todas partes y un gigantesco turbocompresor Garrett GT40R desarrolla una potencia máxima de 1.032 CV. Esta caudal de caballería se adorna con 950 Nm de par máximo y un corte de inyección fijado en 9.400 rpm.
De momento pinta bien, pero es que también lleva 13 inyectores, un intercooler desarrollado específicamente para el coche, y un sistema de tracción total permanente cuyo origen es un Audi TT, acoplado a una caja de cambios manual de seis relaciones. Con un peso en orden de marcha de 920 kg, no es de extrañar que el coche vuele. Acelera de 0 a 100 km/h en 2.3 segundos – más rápido que un Bugatti Veyron – y su velocidad máxima la ha estimado el preparador alemán en unos 300 km/h.
Este utilitario de hace treinta años se permite ridiculizar a muchos superdeportivos y a otros vehículos de drag racing con tiempos de 9.15 segundos en el cuarto de milla, pasando por meta a 257 km/h. A continuación disponéis de un vídeo de este utilitario radical.
Vía: Motor Trend
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