Una de las opciones más recomendables para aquellos que busquen un Subaru Outback como el que ya vimos en nuestra primera parte de la prueba, para grandes kilometrajes y viajar a menudo es el motor bóxer diésel de 150 CV. Evidentemente este motor es el que ofrece los consumos más bajos y una mayor autonomía, suponiendo un sobreprecio aproximado de 1200€ respecto al motor gasolina 2.5i de 167 CV.
Lo más interesante del motor diésel de Subaru, a parte de sus consumos, son sus reducidas vibraciones y su baja sonoridad, comparable tan sólo con algunos diésel common-rail del mercado. En el caso concreto del Outback la entrega de potencia a bajas revoluciones se queda un poquito corta debido al peso y las dimensiones de este automóvil.
Es a partir de las 1800 vueltas cuando el motor empieza a desarrollar toda la potencia hasta llegar más allá de las 3500 rpm. En carretera se puede viajar perfectamente a 100-120 km/h con la sexta velocidad engranada y aún así disponer de suficiente capacidad de respuesta para efectuar adelantamientos, aunque en carreteras de doble sentido lo más seguro y recomendable es reducir a quinta y utilizar la sexta únicamente para mantener una velocidad constante con un consumo reducido.
Los consumos son bastante razonables para su tamaño. En carretera viajando con poco peso a 120 km/h, en sexta y con el control de crucero activado será difícil que hagamos medias por debajo de los 5 litros/100 km, aunque no imposible si las condiciones del tráficon son favorables, y esto es especialmente positivo teniendo en cuenta que el consumo extraurbano oficial es de 5,6 litros/100 km.
En recorridos urbanos con poco que llevemos una conducción alegre y poco ahorrativa nos podemos poner perfectamente en los 8 litros/100 km. Un defecto importante es que por apenas unos gramos de CO2 en sus emisiones, el Subaru Outback tiene que pagar un impuesto de matriculación del 9,75%.
Está claro que como su hermano el Subaru Legacy Wagon, el Outback pretende ser un automóvil confortable en viajes largos por autovías y autopistas. En este terreno se defiende bien y se mueve con buen aplomo, aunque sin duda alguna la altura y el área frontal penalizan bastante la aerodinámica. A velocidades de autovía (120-130 km/h) el ruido del motor bóxer diésel es muy pequeño y queda eclipsado por el ruido aerodinámico que se filtra en el habitáculo, apreciable pero no demasiado elevado como para comprometer en exceso el confort.
Pese a sus considerables dimensiones y sobretodo a su altura que obliga a que el punto de gravedad se sitúe también bastante alto, el comportamiento de este automóvil en carreteras reviradas es correcto, se muestra bastante estable y no sufre un balanceo excesivo. La comodidad en las plazas traseras a un ritmo normal también es aceptable.
En ciudad, como ya os imaginareis, nos costará bastante trabajo encontrar sitio donde aparcar los 4,78 metros de longitud que mide el Subaru Outback. A parte de eso su altura y el tamaño de los pilares traseros no ayudará demasiado, pero hay que reconocer que no se le puede pedir mucho más a un automóvil de estas características. Por otro lado la maniobrabilidad es muy buena y tiene un radio de giro bastante cerrado para sus dimensiones.
Quizás lo único que echemos en falta sea un sensor de aparcamiento de serie en toda la gama. En cualquier caso Subaru ha incluido junto con el nivel de acabado Limited Plus (este paquete opcional tiene un coste de 4.700€ sobre el acabado más básico) una cámara trasera para facilitar la maniobra de aparcamiento.
En la tercera y última parte de la prueba veremos las habilidades del nuevo Subaru Outback fuera de pista por terrenos complicados y nieve.
Subaru Outback Bóxer Diésel
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