El cambio de rumbo de Fiat en los últimos años ha sido impresionante, refrescando una línea que no convencía a muchos y haciéndonos olvidar la imagen de baja fiabilidad que los lacraba en el pasado. Aunque el Fiat Grande Punto y el Fiat Bravo tienen su mérito en este proceso, para mi la verdadera estrella de este ha sido el Fiat 500, un pequeño coche que aúna diseño y carácter en un paquete ideal para circular por la ciudad.
Los consumidores han sabido apreciar al 500 y en los primeros 21 meses de su andanza por los concesionarios han salido nada menos que medio millón de unidades de la fábrica polaca de Tychy. Gran parte del éxito ha sido en parte gracias al mercado italiano, a donde se ha destinado la mitad de la producción de este utilitario, aunque está en las salas de exposición de 83 países alrededor del planeta.
Hemos ido viendo como aparecían distintas versiones como el picante 500 Abarth o el veraniego 500C, pero tal vez su mayor desafío está por llegar cuando en el año 2012 se implante en Estados Unidos una versión eléctrica bajo la marca Chrysler, que competirá cara a cara con el resto de eléctricos en el futuro mercado de los coches con emisiones cero.
Pero sin embargo, si el Fiat 500 tiene una marca que batir es la de su predecesor, el 500 clásico que vivió la época de 1957 a 1975 que, a un ritmo más sosegado, levantó el listón hasta la impresionante cantidad de 3.700.908 unidades fabricadas. Puede que este sea el verdadero reto en un mercado en el que los compradores se aburren rápido de los diseños y siempre buscan la novedad, aunque el Fiat 500 tiene las cualidades necesarias para conseguirlo, si se le da el tiempo suficiente.
Vía: Motorpasion
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