Llevaba tiempo con ganas de probar como es debido el que probablemente sea el coche más relevante de la última década, el Toyota Prius. Me he puesto al volante del híbrido por excelencia, que ya va camino de la tercera generación, para comprobar in situ que lejos de modas pasajeras este híbrido ya puede anotarse el mérito de haber concienciado a los compradores y a la industria del automóvil de que es posible una transición no traumática hacia el automóvil eléctrico.
Os invito a que me acompañéis en esta prueba en la que he tenido la oportunidad de probar uno de los coches con motor de explosión más eficientes y que menos gastan del mundo, que de hecho muy probablemente sea el rey de los consumos en ciudad. Y en general este Toyota Prius es un compendio de tecnología que lejos de confundir al conductor, se ha integrado inteligentemente para que en todas las circunstancias posibles le hagan la vida más fácil.
Estéticamente
La tercera generación del Toyota Prius ha recibido un pequeño “lavado de imagen“, en lo que respecta a su diseño. Aunque a muchos les seguirá pareciendo que la estética kammback en un vehículo de este tamaño, es un modelo difícil de vender entre el público más joven. Obviamente por esa razón ya están apostando por soluciones más atractivas para ellos como el Toyota Auris Hybrid. Aún así la estética kammback (luna trasera partida en dos) del Prius ya es algo intrínseco a este automóvil.
El habitáculo
Según entras en el habitáculo para tomar asiento en el puesto del conductor, ya te vas percatando del nivel de tecnología que te vas a encontrar en este coche. El Toyota Prius es uno de esos automóviles que no sólo es un producto altamente tecnológico, sino que además sabe transmitir a su conductor el nivel de tecnología que incorpora.
Mandos y salpicadero
De hecho, nada más entrar una de las cosas que primero capta nuestra atención es un coqueto (hay quien lo verá ridículo) selector de marcha sobre la consola central. No nos preocupemos, no habrá necesidad de utilizarlo en nuestra conducción, únicamente tendremos que accionar la palanca cuando encendamos el coche y queramos iniciar la marcha, a partir de ahí nuestro Toyota Prius se encargará de todo el trabajo.
En la parte superior del salpicadero tenemos una pantalla digital alargada bajo una visera que evita que el sol reduzca su visibilidad. En ella se nos muestra toda la información que habitualmente nos encontramos en un cuadro de mandos analógico, a lo que tendremos que añadir un registro más avanzado del histórico de consumos (con gráfica y todo), un divertido pictograma que nos informa en todo momento de la situación del sistema híbrido, indicadores de carga de las baterías eléctricas y algunos asistentes que nos ayudarán a hacer nuestra conducción más eficiente.
Hablando de tecnología, no se nos puede olvidar que tenemos un HUD que nos proyecta en el parabrisas la velocidad a la que vamos y las indicaciones del navegador, para que no separemos la vista de la carretera. Pero de esto ya hablaremos más adelante…
Comodidad y amplitud
El habitáculo es todo lo amplio que cabría esperar en una berlina media-grande. La suerte de sistemas que lleva para el funcionamiento del motor eléctrico y el de combustión no penalizan en ningún momento el espacio, es más, teniendo en cuenta que la carrocería es bastante alta, en muchos casos el nivel de espacio y por lo tanto confort que ofrece, es superior a los modelos que por tamaño podrían competir con el Prius, sin ser híbridos.
La altura se nota en las plazas delanteras del Toyota Prius, podremos subir el asiento considerablemente para dominar la carretera y aún así nos quedará margen para no rozar con el techo. Pero sobretodo la altura en las plazas traseras es sensacional, además la base de los asientos está en una posición bastante cómoda por su altura, lo que facilita el acceso de personas mayores o con movilidad reducida. El espacio para las piernas realmente es suficiente.
La ergonomía de los asientos es buena, no tienen demasiado sujeción lateral ni la necesitan. Dispone de las tradicionales palancas manuales que permiten ajustar la posición en longitud y altura del asiento y la inclinación del respaldo. El tacto de la piel es bueno. El volante es ajustable en altura y profundidad, en éste último quizás se quede un poco corto y a algunos conductores les cueste encontrar la posición ideal. El problema es que el recorrido es un tanto escaso, pero menos es nada.
El único punto que podemos criticar en este sentido es que la plaza central trasera sigue siendo menos cómoda que las laterales, algo común en estas berlinas. La visibilidad es relativamente buena. En la trasera recordemos que su diseño kammback, con un alerón que divide la luna trasera en dos, nos reducirá un pelín el campo de visión, aunque el alerón ha sido diseñado para interferir lo mínimo posible en nuestra visibilidad.
Por delante uno de los detalles que más me gustó fue el pequeño cristal triangular situado en el vértice delantero que separa la luna frontal de las puertas. Es algo habitual en muchos monovolúmenes o incluso compactos, y aumenta nuestro radio de visión por ejemplo para ver en todo momento la posición del bordillo de una rotonda cuando la estamos tomando por el interior, el problema es que no siempre nos ofrece la visibilidad que necesitamos, y en el caso del Toyota Prius sí parece haber sido instalada en la posición exacta para evitar que nos subamos a algún que otro bordillo.
Calidad y acabados
Llega el momento de hablar de los materiales. Entonces frunzo el ceño, me remango, y me dispongo a decir que es una auténtica pena (y para mí su mayor defecto) que no se hayan integrado materiales y acabados que al menos transmitan el nivel de calidad del resto de modelos de la gama Toyota (no le pido más). La excusa de ahorrar euros en este aspecto para invertirlos en la tecnología de la mecánica ya no funciona, y es que hay fabricantes que con materiales muy modestos consiguen acabados muy decentes, y en el caso del Toyota Prius tampoco estamos hablando de un utilitario de 9.000€.
Dicho esto, y tras mi valoración personal. La parte superior del salpicadero es de plástico duro y fino, que por debajo está hueco. Si bien es cierto que no es una parte del coche a la que tengamos que acceder para nada, sí que se podría haber mejorado este aspecto para transmitir más calidad. Por ejemplo la consola central dentro de su sencillez está bien rematada.
Tampoco me gustaron los ajustes de algunas piezas, por ejemplo hablemos de la guantera. Su diseño es inteligente y se ha dividido en dos tapas, una de apertura superior y otra de mayor tamaño que se abre hacia abajo. El problema es que ambas tapas también han sido diseñadas en plástico muy fino, y la sensación de calidad también se resiente. Y ojo, que esto de las tapas de guantera ya es un defecto más generalizado en otros automóviles.
Aprovechamiento del espacio
No todo iban a ser defectos. El diseño del habitáculo del Toyota Prius debería ser el ejemplo a seguir por todos aquellos modelos que pretendan optimizar el espacio. Tenemos huecos para dejar botes y botellas en sendas puertas delanteras (un poco pequeños, eso sí), y en medio de la consola central, bajo ésta tenemos además un hueco bastante amplio en el que dejar bultos de mayor tamaño, incluso un bolso si no es muy grande. Bajo el reposabrazos existe otro hueco bastante grande donde además nos encontramos con una toma de 12V y la conexión auxiliar (USB, y mini-jack) del Mp3.
El espacio de carga del maletero es considerablemente grande y suficiente, 445 litros, dado que en la parte trasera y tras el suelo plano se esconden parte de las baterías que utiliza este híbrido. En todos los sentidos el Toyota Prius nos pareció algo así como un vehículo a medio camino entre la berlina, el compacto grande, y el monovolumen.
En la segunda parte de la prueba ya analizaremos lo más interesante de todo, el funcionamiento y el aspecto dinámico del nuevo Toyota Prius.
Toyota Prius
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