El Chevrolet Orlando es en muchos aspectos un coche nuevo para Chevrolet. Por supuesto, Chevrolet ya ha tenido mucha experiencia con monovolúmenes en mercados como el estadounidense, pero tomando a Chevrolet como marca global, es uno de los primeros MPV que produce para mercados como el europeo, si no tenemos en cuenta productos Daewoo como el Tacuma. En cualquier caso, el Chevrolet Orlando es un interesante monovolúmen de siete plazas que iremos desgranando a fondo.
Compite en un segmento en el que hay muchos y buenos rivales, todos ellos consolidados, pesos pesados como los Renault Grand Scénic o los Citroën C4 Grand Picasso. Es un producto totalmente global, fabricado en la planta de GM Korea, Kunsan (Corea del Sur). Inicialmente, se quiso vender también en el mercado estadounidense, pero con la presencia de los crossovers Traverse y Equinox habría habido cierto solapamiento, por lo que en lo que a Estados Unidos respecta, el Orlando no existe.
Nosotros hemos podido echar el guante a una versión equipada con el motor 2.0 VCDi de 163 CV, que ya hemos probado montado en el Chevrolet Cruze, con quién comparte plataforma, dicho sea. La diferencia es que la versión probada esta vez lleva una caja de cambios automática de seis relaciones. Sólo está disponible con el motor diésel más potente. El acabado de nuestra unidad de pruebas es el LTZ, tope de gama. Al ir a recoger la unidad de prensa en Alcobendas, su odómetro marcaba algo menos de 4.000 kilómetros.
Aspecto robusto, anguloso y americano
Aunque no se venda en Estados Unidos, cuando el Orlando fue presentado como prototipo por primera vez en el Salón de París de 2009, las influencias del diseño estadounidense son evidentes. En su frontal destaca la enorme calandra, con la pajarita bien presente en su centro, así como unas enormes ópticas que por cierto, no tienen opción a equipar iluminación de xenón. Los nervios del capó ya están a una buena altura: el Chevrolet Orlando es un vehículo con una altura considerable.
Una de las partes que más llaman la atención es el perfil lateral, muy cuadriculado y anguloso. Casi como un ladrillo, da mucha sensación de robustez y es ciertamente original en un segmento que tiende al empleo de formas orgánicas y superficies curvas. En ese sentido, el Orlando parece un vehículo más masculino. Los pasos de rueda están muy marcados, y en ellos quedan muy bien las llantas de 17 pulgadas de nuestra unidad de prueba. La superficie acristalada no es demasiado grande.
En la parte trasera ya tenemos formas totalmente angulosas, especialmente en lo que respecta a las grandes ópticas, de aspecto totalmente rectangular y con un bonito diseño interno al iluminarse. Una banda cromada atraviesa el portón del maletero, cuya boca de carga está protegida por un plástico de color oscuro. La luz de marcha atrás y el antiniebla central están situados en una posición muy baja. Es en definitiva un conjunto bastante diferente dentro de a lo que el segmento nos tiene acostumbrados.
Dimensiones interiores: mucho espacio y habitabilidad para el Chevrolet Orlando
Me monto en el asiento del conductor del Chevrolet Orlando y lo primero que advierto es una posición de conducción más elevada que en un turismo desde la que se domina mejor el tráfico, pero que no resulta incómoda para acceder al habitáculo. Los asientos tienen un buen tamaño, son cómodos – tienen un mullido firme – y en el caso del conductor hay regulación en altura. El volante es regulable en altura y profundidad, es idéntico al de otros Chevrolet, como el Cruze… o el Camaro.
La amplitud es muy considerable en las plazas delanteras, gozamos de toneladas de espacio hasta el techo y a nivel de rodillas también se viaja desahogado. La instrumentación ante nuestros ojos tiene una lectura sencilla, pero produce bastantes reflejos si el sol incide directamente. A nivel de calidades, es un vehículo que convence, pero no esperemos encontrar acabados premium. Los plásticos del habitáculo son todos duros, aunque cierto es que muy bien rematados y con buen ajuste.
Llama la atención el plástico satinado de color negro que recorre el habitáculo y del que está rematado la consola central. Es muy vistoso pero se ensucia fácilmente de polvo, además de hacer muy visibles las marcas de los dedos. La consola central queda muy a mano a nivel de ergonomía, especialmente la zona del climatizador y la palanca de cambios de la caja automática. Si hay una queja es que algunos botones del sistema de navegación e infoentretenimiento quedan muy retirados.
Es el caso de la ruedilla con la que podemos seleccionar otras canciones o ajustar el navegador: tengo que estirar mucho el brazo e incluso separar la espalda del asiento. No obstante, la gran pantalla TFT de 7” del sistema tiene una visibilidad excelente. Un detalle realmente innovador es que tras sus mandos hay un hueco ideal para una cartera, las llaves o el móvil. Los controles se deslizan hacia arriba y dejan visible este espacio, en el que también están las entradas auxiliares de audio.
Es un espacio ideal del que ningún ladrón tendrá constancia, realmente es un punto muy a destacar. Por lo demás, en las puertas gozamos de hueco para grandes botellas y entre los asientos hay hueco para dos latas o botellas, además de un hueco con tapa deslizante de tamaño medio. La guantera es pequeña y está iluminada, pero no tapizada. Sólo el conductor dispone de reposabrazos en su asiento. Sólo hay un punto de iluminación interior, sobre las plazas centrales.
Modularidad de las dos filas traseras
Una peculiaridad con respecto a otros monovolúmenes del segmento es que la fila central de asientos no tiene posibilidad de desplazamiento longitudinal. Es suficientemente ancha para tres adultos, pero no es demasiado espaciosa a nivel de rodillas. Hay dos anclajes ISOFIX para sillitas, uno en cada una de las plazas laterales. El respaldo sí es regulable en inclinación. Los asientos delanteros no cuentan con mesas tipo avión en su respaldo, en las puertas sigue cabiendo una botella grande de 1,5 litros.
Hay un reposabrazos central con portabebidas que hace la experiencia del pasajero central algo más incómoda por la dureza del respaldo. El acceso a la tercer fila de asientos es muy sencillo, una vez está en posición. Normalmente el coche va en configuración de cinco plazas. Para levantar la tercera fila, desde el maletero tiraremos hacia nosotros del respaldo de estos dos asientos con la ayuda de un tirador de plástico. Es un proceso muy sencillo que puede llevarnos un total de diez segundos a lo sumo.
Para acceder a las plazas traseros el respaldo de los asientos centrales se tumba y el asiento entero pivota hacia delante. Realmente es cómodo y no hay que hacer contorsionismos. Estas dos plazas traseras son aptas para adultos y tienen un cinturón de tres puntos, además de reposacabezas, pero la posición de nuestras piernas no es natural, quedan demasiado levantadas porque la banqueta va muy baja. Son plazas o bien para niños o para usar por adultos en desplazamientos no muy largos.
Maletero
El maletero del Chevrolet Orlando no destaca entre los vehículos del segmento. Tiene 460 litros de formas perfectamente regulares con la tercera fila abatida, lo que es superado por vehículos como los Renault Scénic. No obstante, la boca de carga es baja y la carga/descarga de bultos es sencilla. Tiene una cubeta a la izquierda para objetos pequeños y una pequeña tapa cerca del portón bajo la que podemos disfrutar de unos 50 litros adicionales, lo que siempre es una ayuda.
Disponemos de una cortinilla extensible para proteger la carga. Abatiendo la fila central de asientos se obtiene una superficie completamente plana de 1.500 litros, o 1,5 metros cúbicos que podemos usar para cargar grandes objetos en nuestras excursiones a Ikea. Con las tres filas en posición nos quedan sólo 90 litros de maletero, que no conviene cargar hasta el techo ya que no hay red que proteja a los objetos de salir despedidos en caso de frenazo o – Dios no lo quiera – un accidente.
Lleva kit antiìnchazos en lugar de rueda de repuesto. Mañana repasamos la dinámica de este monovolúmen.
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