Durante estos días en Tecmovia ponemos a prueba al Peugeot iOn, el eléctrico urbano de la firma francesa y le hemos sometido al test definitivo para comprobar hasta que punto de válido puede ser un vehículo eléctrico: el test del día a día ya que se ha convertido en mi vehículo principal durante toda una semana, acompañándome en los recorridos habituales, enfrentándome al interrogante de dónde recargarlo o si me quedaré tirado antes de llegar a casa y todo ello con un ojo puesto en todas los puntos a analizar que encontraríamos en cualquier otro coche.
El modelo probado es la única versión que hay de este Peugeot, con un precio de venta que parte desde los 34.870 euros sin contar ayudas, a los que pocos euros habrá que sumar, puesto que prácticamente el único extra que se puede añadir es el tono de la pintura. De serie contaremos con elementos como el aire acondicionado, luces diurnas, espejos abatibles eléctricamente o elevalunas eléctricos en las cuatro ventanillas.
En su parte trasera encontramos el equipo de baterías y el motor que transmite los 66 caballos de potencia a las ruedas traseras con una autonomía de , según ficha técnica,150 km. Prestacionalmente el 0 a 100 km/h lo registra en 15,9 segundos mientras que su velocidad máxima es de 130 km/h.
Aspecto sencillo e interior espartano: simplicidad como filosofía
Su diseño refleja bastante su espíritu. Destaca por la enorme sencillez de sus líneas, de aspecto plano en su perfil y con un diseño abombado en su frontal. Me sorprendió favorablemente su altura, en imágenes podría parecer mucho más pequeño, aspecto que se nota luego en su interior con una considerable sensación de amplitud.
Su habitáculo va un paso más allá en la sencillez y buscando no aumentar el precio final en unos cuantos miles de euros más se ha recurrido a plásticos que no disimulan ni al tacto ni a la vista su dureza. En general el interior lo podríamos calificar como espartano, únicamente su volante y el pomo acabados en piel o la consola central acabada en negro brillante presentan algún atisbo estético y de una leve calidad mayor.
A pesar de ello se muestran efectivos en el día a día, no debemos olvidar que se trata de un vehículo para ser utilizado en el fragor diario de la ciudad y ello conlleva el rastro un uso intensivo en sus elementos que podremos eliminar con una limpieza breve. Pero a pesar de que intentemos justificar su interior queda alejado de los materiales que podríamos encontrar en cualquier utilitario o compacto básico con un precio mucho menor.
Dejando su aspecto exterior y su interior a un lado, toca girar la llave y poner en marcha a este Peugeot. Un pitido nos avisa de que el coche ya ha arrancado, acompañado por la palabra READY en su cuadro. La primera media docena de veces que lo arrancas es una sensación extraña. Puedes estar acostumbrado a motores silenciosos, a habitáculos en los que no se filtra ni una vibración… pero en este caso es asombroso, no se oye nada, parece que no hemos arrancado, pero la señal luminosa del cuadro nos avisa de que el iOn está listo para salir.
Quitamos el freno de mano, engranamos la D en su cambio automático, llega la hora de ver qué tal se comporta dinámicamente. La primera sensación que transmite nada más recorrer los primeros metros es que vamos flotando. Una conducción absolutamente cómoda, sin ruidos, ni vibraciones, sólo el sonido de rodadura. Acompañando a la suavidad de su respuesta encontramos una dirección igual de cómoda con una sensación de gran ligereza que comulga con el resto del vehículo, parece que circulamos en un coche de 400 kg, cuando con nosotros montados ronda los 1.200 kg.
El cuadro, presidido por un velocímetro digital, se encuentra compañado por un indicador del nivel de carga en el lado izquierdo y otro indicador en el que podemos ver los kilómetros que nos quedan de autonomía o el cuentakilómetros parcial y total, pero si algo destaca sobre el resto de elementos es una barra que nos indica que tipo de conducción estamos realizando entre ECO, POWER y CHARGE.
Si algo sorprende además de su silenciosa conducción es el freno motor instantáneo que tenemos al soltar el acelerador. Para alguien acostumbrado a conducir coches de combustión será uno de los principales detalles que más acusará e incluso cuando hayamos recorrido ya unos cuantos kilómetros, en determinadas ocasiones obviaremos pisar el freno apoyándonos en la frenada regenerativa que se produce al soltar el acelerador y que además de reducir considerablemente la velocidad ayuda a recargar las baterías.
Una vez familiarizados con las primeras diferencias respecto a un coche tradicional toca ver como de práctico es y para ello lo sometí al trayecto que recorro a diario de unos 90 km con una mezcla de vías rápidas, zonas urbanas y áreas industriales de tráfico lento, su autonomía de 150 km según la ficha debería cumplir holgadamente con esta distancia, pero ¿y en circunstancias de circulación normal?
Un recorrido habitual de 90 kilómetros con muchas condiciones desfavorables ¿Superará el reto?
Llego al garaje y desenchufo el Peugeot iOn, doy al contacto y el indicador me da una referencia de autonomía de 130 km, comienzo a recorrer los primeros kilómetros por tramo urbano y el iOn me enseña todas sus bondades. Cada stop, cada pequeño atasco o semáforo se convierte en lugar de la pesadilla habitual en un momento perfecto para soltar el acelerador antes de llegar y ver como se van recargando las baterías, tras salir de esta zona urbana el contador me marca incluso algún kilómetro más de autonomía respecto a los iniciales.
Pero llega el momento de salir a carretera secundaria y los kilómetros que había ganado en el núcleo urbano comienzan a caer en cuanto empiezo a circular a unos 100 km/h y tras llegar a zonas más rápidas donde circulo a unos 115-120 km/h y encender el aire acondicionado la autonomía se desploma hasta unos 80 km. El pie me hace un amago de levantarse ligeramente por miedo a quedarme tirado a la vuelta… pero entonces la prueba no sería justa, así que continúo el trayecto circulando como si condujera con mi coche habitual.
Llego al punto de destino y tras los últimos metros entre rotondas y algún que otro atasco me queda una autonomía de 60 km poco más de la distancia que me espera a la vuelta por mi cabeza empiezan a pasar algún que otro momento en el que me he quedado sin gasolina… lo peor es que en este caso no vale con ir con una garrafa hasta la gasolinera más cercana…
Al volver al coche los pensamientos de quedarme tirado vuelven y como el sol ya comienza ha bajar decido hacer el regreso sin el aire acondicionado, en mi coche tal vez lo hubiera dejado unos kilómetros, aquí prefiero prescindir de ello. Tras recorrer en sentido contrario el camino del comienzo y hacer algún pequeño recado más a última hora de la tarde llego al garaje y tras dejarlo en mi plaza el marcador señala 17 kilómetros de autonomía. Es momento de dejarlo cargando, esta noche, si sólo tuviera el coche eléctrico no podría salir muy lejos de casa.
Conclusión: su conducción es una delicia en ciudad pero el precio penaliza
Es una excelente opción, si obviamos el precio, para aquellos que circulen por vía urbana casi la totalidad de los kilómetros anuales y cuenten con otro coche o se amolden a otros transportes para los viajes de largas distancias. En mi caso, el iOn sería perfecto para el día a día, algún día de verano tendría que prescindir del aire acondicionado, pero cumple justo con el grueso de mis desplazamientos a pesar de ello necesitaría un coche más para otros desplazamientos.
La calidad interior desmerece mucho el conjunto y puede que haya opciones más apetecibles en el mercado, como el Nissan Leaf, pero no podemos olvidar que se trata de un pionero en el segmento y como tal paga algunas penalizaciones, entre ellas el precio, si queréis conocer más detalles de la prueba no os la perdáis en Tecmovía durante esta semana.
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