Muchas veces los vehículos más espectaculares, atractivos, exclusivos y divertidos no nacen bajo el apoyo de una gran marca sino del tesón de algunos entusiastas que no dudan en arriesgarse y embarcarse en esta aventura automovilística. Este es el caso de uno de los modelos más peculiares con los que nos hayamos encontrado, que no han sido pocos. Y como verán cualquier halago que hagamos para con este clásico olvidado de ahora en adelante se quedará pequeño.
Allá por los años 80 uno de los diseñadores más laureados de nuestro país, Francisco Podadera, proponía a Seat una visión de coupé asequible, vanguardista y extraordinariamente llamativo basado en el popular Seat Ibiza de primera generación. El hecho de que se presentase como Seat Ibiza Raider en versión prototipo en 1996 no es por tanto una casualidad, pero estaba claro que la cúpula de Volkswagen jamás daría el visto bueno a un modelo tan peculiar y tan diferente, muy lejos de la condición de best seller del propio Ibiza.
Digamos que Seat no puso de su parte para lanzar a la venta un vehículo únicamente apto para los más caprichosos.
Pero Francisco Podadera no dudó ni un momento en recabar apoyos para organizar su propia empresa, Anibal Paccar Corp. S.A. para así lanzarse a la producción de su propio vehículo en 1991 con una plantilla de tan sólo 17 trabajadores y a un ritmo de una unidad al día. Entonces quedaría bautizado como Anibal Podadera.
La cosa prometía. Por arte de magia Podadera había convertido un modesto utilitario como el Seat Ibiza en un deportivo biplaza asequible, en un digno rival del Fiat X1/9. Era un deportivo que lo tenía todo. Era pequeño, corto, atractivo, contaba con faros escamoteables, un pequeño voladizo posterior con un alerón, una barra antivuelco.
Digamos que las modificaciones de Podadera iban mucho más allá de un simple re-aprovechamiento de la carrocería. Se recortó casi todo el techo y se fabricó una carrocería específica de resina reforzada con fibra de vidrio y kevlar.
Bajo el capó residía el motor del Seat Ibiza GLX 1.5, el System Porsche de 90 CV de toda la vida. Dirección de cremallera, suspensiones independientes, frenos de disco delante y tambores detrás. Incluso se planificó una versión de inyección directa y turbocompresor Mitsubishi de más de 130 CV. Con todo el Ibiza Raider pretendía ser una máquina asequible y para ello hacía uso de hasta un 90% de las piezas del propio Seat Ibiza original.
Por problemas económicos y de suministro, lo uno llevó a lo otro, la empresa tuvo que cerrar en 1992 tras haber producido apenas 83 unidades, de las que sólo unas 50 habrían recibido la correspondiente homologación para circular por carreteras públicas. En las ITV lo pasaron bastante mal y tuvieron que ampararse un proyecto de reforma oficial de Seat para ello. Imagínense por tanto los pocos Anibal Podadera que existen hoy en día y lo cotizados que estarán.
Fuente: MuseoSeat.com | Piel de Toro
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