Son las 10 de la mañana. Tras lidiar con varios de los habituales atascos madrileños ya tengo ante mí a la excusa perfecta para pasar una divertida mañana al volante. En realidad son tres buenas excusas en forma de tres Subaru BRZ que me esperan a las puertas del lugar indicado. Tres unidades preserie del Subaru BRZ, las tres primeras y únicas unidades matriculadas del modelo hasta el momento, la tres reunidas, apacibles bajo las nubes que amenazan tormenta, todavía en silencio esperando a que presionemos el botón y pongamos su corazón bóxer en marcha.
He de reconocer que personalmente considero la llegada del Subaru BRZ, al igual que del Toyota GT 86, como un importante hito en la oferta actual automovilística. Hay pocos con su filosofía y cada vez nos encontramos con menos modelos con el principal planteamiento de conseguir poner en la cara del conductor una amplia sonrisa de satisfacción, de diversión al volante y ahí está, esperando con su particular mirada, con sus ojos afilados a que lo ponga en marcha. Ya ha conseguido hacerme sonreír y todavía no lo he arrancado.
¿Cuántas veces hemos hablado en los últimos meses, incluso años, del Subaru BRZ y del Toyota GT 86? Cada paso dado por los prototipos, por las mulas que anticipaban al modelo que ahora tengo ante mí, cada pequeña filtración, cada dato que aparecía… Hemos seguido con lupa el desarrollo de este modelo hasta que a finales de septiembre ambas marcas nos presentaban a la creación conjunta, ahora, después de todo este tiempo, me sorprende verlo ya con la matrícula ya puesta.
200 caballos, ligero, tracción trasera, un bajo centro de gravedad… La carta de presentación del Subaru BRZ es realmente buena y desde que se presentó tenía ganas de ponerme ya tras su volante y comprobar si las expectativas puestas en él, muchas, serían correctas o me defraudaría. Ya os adelanto que no, no lo ha hecho.
Un aspecto bajo, de dimensiones compactas con un diseño afilado
Antes de comenzar a relatar la experiencia, conozcamos un poco más al BRZ. Han sido meses viéndolo en fotos oficiales y ahora lo tengo a mi lado, todo resulta familiar después de este tiempo hablando de él, pero a la vez sorprendente por verlo por primera en persona.
Su diseño presenta ciertos rasgos agresivos, sobre todo en el frontal, de la mano de las ópticas, la caída del capó o el pequeño apéndice aerodinámico de la parte inferior del paragolpes. Su zaga no se queda atrás, en ella, destacan las ópticas traseras, una importante seña de identidad que se une a un difusor aderezado por la doble salida de escape cromada, las líneas sobre los pasos de rueda traseros y un alerón.
De las tres unidades, dos de ellas lucen un tono plateado que también estará presente en la gama de Toyota, el tercero… es inevitable fijar la mirada en el tercero… Un Azul Mica que le sienta espectacular, una tonalidad que utilizará en exclusiva el Subaru, al igual que el Toyota con el naranja con el que se ha presentado, ahora entiendo como en Japón casi el 34% de los BRZ vendidos son en este color… todavía así me parecen pocos.
Luce bajo, muy bajo. Saco el metro: unos 13 centímetros separan el paragolpes frontal del suelo con dimensiones compactas que nos dejan con una longitud de 4.24 metros y una anchura de 1.77 metros. Por dimensiones no desentona y si obviamos el sonido del boxer, poniéndonos en la piel de un profano del motor y con una pintura discreto, como el de las unidades plateadas, podría pasar desapercibido.
Un interior con un buen ajuste y acabado, pero con unas plazas traseras muy limitadas
Momento de introducirnos en su habitáculo. Los asientos en piel y alcántara tienen muy buen aspecto. Sentado ya en el puesto del conductor, y teniendo en cuenta que nos encontramos con una unidad previa a producción, su acabado me transmite una muy buena sensación, me lo esperaba más tosco y no. Un salpicadero que en la parte superior muestra un tacto gomoso, apliques en aluminio, pedales en este mismo material, un volante y palancas de cambio y del freno de mano en cuero y cuero perforado con costuras y detalles en rojo se encargan de reforzar esta sensación.
La posición de conducción es deportiva, como era de esperar, pero no demasiado radical. Quedas perfectamente embutido en los asientos deportivos, agarran bien y son confortables, por lo menos en la distancia que he recorrido con ellos, además, tienen el plus de ser calefactables. Estas bajo, más bajo que en un compacto o en cualquier berlina, pero tampoco algo exagerado, no tengo la sensación de tener que “tirarme” hacía el asiento al entrar. Del mismo modo que las piernas están estiradas, más estiradas que en cualquier coche “normal”, pero tampoco algo radical, un punto intermedio en ambos sentidos.
Comprobando la instrumentación y el apartado multimedia nos encontramos con una pantalla a color en la consola central en la que se integra el navegador y un panel de instrumentos simple, aquí si me parece demasiado sencillo, no como aspecto positivo, sino un peldaño por debajo de lo que me esperaba. Esferas negras, con el velocímetro a la izquierda, las revoluciones presidiendo la esfera central y por último nivel de carburante y temperatura y los diferentes testigos luminosos. Además en la esfera central nos encontramos con un velocímetro digital, al que haremos más caso que al analógico y un ordenador de abordo con consumos instantáneos, consumo medio y odómetro.
En la luz de cortesía o el reloj me encuentro con otros puntos en el que adolece este mismo diseño, algo retro, como llegado de los 90’… pero si descartáis la compra del BRZ por estos detalles es que no lo habéis probado en movimiento, donde no encenderás ni la radio.
Otro punto crítico aparece al abatir el asiento delantero e intentar entrar en la parte trasera. Los asientos traseros lucen un diseño parejo al que encontramos en la fila posterior de un Porsche Carrera. Esperaba unos asientos más prácticos, pero son testimoniales, tienen un buen aspecto sí, pero no entro. Midiendo 1.80, con el asiento delantero colocado ya en la postura que adoptaría para conducir no entra un adulto en la parte posterior. Eso sí, ambas butacas cuentan con anclajes isofix, hay sitio para la sillita del niño antes de que este crezca. En cuanto al maletero, comedido, pero suficiente para el equipaje de dos adultos.
Visto su diseño exterior, su interior, con el asiento ya en posición para atacar los próximos 100 kilómetros que recorreré con el BRZ, en un primer tramo con una unidad equipada con el cambio manual para pasar más tarde a la versión automática, es el momento de pulsar el botón Start. Un sonido ronco ocupa el habitáculo, un ligero roce al acelerador para sentir el bóxer, embrague pisado, engrano primera… pero toca continuar con los detalles de su motor, las sensaciones en movimiento y las conclusiones de esta toma de contacto en la segunda parte. No os vayáis muy lejos.
En Diariomotor: Subaru BRZ| El Subaru BRZ todo un éxito en Japón