Durante la presentación del Audi Q5 en Munich la semana pasada tuvimos la oportunidad de conducir una de las novedades más apetecibles y rompedoras de Audi. Se trata del nuevo Audi SQ5 TDI, el primer modelo turbodiésel en salir de los talleres de Quattro GmBh. BMW ya hizo lo propio con su línea BMW M Performance Automobiles y los M550d y X6 M50d, vehículos diésel de altas prestaciones con motores de tres turbocompresores, 381 CV de potencia y prestaciones de infarto. Su precio parte desde 68.100 euros.
Lo que ahora ha hecho Audi es acoplar a un Q5 un motor 3.0 V6 TDI con doble turbocompresor, capaz de entregar la increíble potencia de 313 CV. Pero un verdadero Audi de la línea S tiene además que comportarse como un verdadero deportivo, además de parecerlo. Hemos podido conducir una unidad antes de su salida al mercado por carreteras secundarias, carreteras reviradas y la Autobahn, así que si queréis que os lo contemos todo no os vayáis muy lejos.
Formas de deportivo
El exterior del Audi SQ5 TDI es diferente a otros Audi Q5, aunque de manera relativamente discreta. De hecho, salvo por algunos detalles, podría pasar por un Audi Q5 con un kit S line exterior. El frontal tiene algunos cambios: la calandra singleframe estrena barras horizontales y un discreto logotipo en el que se lee SQ5. La forma del paragolpes es más agresiva, e incluye un pequeño difusor para canalizar el aire hacia la parte inferior del coche.
En la aleta lateral se puede leer la inscripción “V6 T” y las llantas de 20 pulgadas son exclusivas para el Audi SQ5, envueltas en neumáticos de medidas 255/45 ZR20, aunque opcionalmente se pueden pedir también llantas de 21 pulgadas con el mismo ancho de neumáticos. Los retrovisores son de color plateado. En la zaga cuatro colas de escape redondas anticipan que no estamos ante un Q5 cualquiera. Un difusor plateado remata un conjunto que es deportivo, pero también elegante y relativamente discreto.
Detalles de su habitáculo
Al subirme al habitáculo también noto la diferencia con un Audi Q5 estándar, pero de nuevo, la diferencia está en los detalles. Por ejemplo, la instrumentación lleva un logotipo de la versión y fondo plateado, además de un tarado del velocímetro hasta los 300 km/h. El techo está forrado en color negro, aunque se puede encargar también en color plateado. El volante es específico para el SQ5 y tiene paspuntado en color blanco, que hace un bonito contraste con el cuero negro.
Los asientos deportivos son de serie, tienen ajuste eléctrico y se pueden tapizar en diferentes cueros. La palanca de cambios, los vanos de las puertas y algunas molduras del interior son también específicas al Audi SQ5. Las molduras se pueden encargar en aluminio, lacado brillante (caso de nuestras unidades) o plástico recubierto de fibra de carbono. Aunque son pequeños detalles el coche se siente realmente especial, mejor que otros Audi Q5, que es de lo que se trata.
Conduciendo el primer Audi S con motor diésel
El motor del Audi SQ5 TDI es un 3.0 V6 TDI con dos turbocompresores en línea, genera 313 CV de potencia y un par máximo de 650 Nm entre las 1.400 y las 2.800 rpm. Con tracción total quattro permanente y un cambio Tiptronic de ocho relaciones – con convertidor de par – es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en sólo 5,1 segundos. Es el Audi Q5 más rápido, con diferencia. Tiene unas prestaciones muy buenas para tener un peso final de cerca de 2 toneladas (1.900 kg largos).
Consume una media de 7,2 l/100 km y tiene el sistema Audi Drive Select de serie. Sin más dilación, me subo al asiento del conductor y arranco el motor. El 3.0 TDI me saluda con un conocido traqueteo silencioso, en apariencia nada diferente de otros 3.0 TDI. Me pongo en marcha con el Drive Select en modo Comfort y la suspensión adaptativa digiere todos los baches sin problema. El motor va bajo de vueltas y los cambios entre marchas apenas son perceptibles. Nadie diría que llevamos un tanque de 313 CV.
En una de las largas rectas de las carreteras alemanas coloco el Drive Select en modo Dynamic, decelero un poco y le doy un pisotón de escándalo al pedal derecho. Desde la sexta marcha el cambio baja de golpe a tercera, y me quedo literalmente clavado al asiento mientras la aguja de la velocidad sube hacia arriba
como alma que lleva el diablo. En muy pocos segundos he pasado de 80 km/h a velocidad que superan la legalidad y levanto rápidamente el pie del acelerador.
Es adictivo, y lo vuelvo a hacer de nuevo, una y otra vez. Parecerá mentira, pero una de las mejores cosas del SQ5 es su sonido. En los escapes lleva unas cajas de resonancia que dejan pasar parte de los gases de escape en el modo Dynamic. El resultado – y no me lo invento, es consenso entre varios compañeros – es que el Audi SQ5 TDI suena a motor V8 de gasolina, desde bajas vueltas hasta que corta inyección, a unas 5.500 rpm, que dicho sea de paso, es una cifra realmente alta para un diésel.
No solo suena así desde dentro del coche, hemos escuchado pasar a varios SQ5 desde el exterior y suenan tan bien que nadie diría que llevan un motor diésel en sus entrañas. En una zona de curvas pudimos exprimir un poco su chasis. En modo Dynamic, la suspensión y dirección se endurecen, consiguiendo una responsividad mayor. El paso por curva me ha parecido sobresaliente para tratarse de un vehículo de casi dos toneladas de peso, ágil y plantado.
No hemos llegado a ir tan rápido como para descolocar al coche, pero creemos que es posible hacer jugar a la zaga. En un pequeño tramo de Autobahn alcanzó los 220 km/h sin esfuerzo alguno, y no pudimos ir más rápido porque había bastante tráfico, pero no tendrá problema alguno en llegar a los 250 km/h, que es su velocidad máxima electrónicamente limitada.
En Diariomotor: SUV de 300 caballos: el Audi SQ5 contra el BMW X5 40d y los Mercedes GLK y ML 350 | Audi SQ5: llega el primer modelo S diésel de Audi con un V6 biturbo de 313 caballos