La reciente ofensiva de producto de Land Rover ha sido francamente grande y exitosa. En el espacio de dos años han puesto en el mercado el Range Rover Evoque, así como un nuevo Range Rover, con su correspondiente versión Sport. El éxito de estos productos es tan grande que la empresa británica está teniendo graves problemas para atender a la demanda. Su fábrica de Solihull – en Reino Unido – está al límite físico de su capacidad, expulsando vehículos nuevos 24 horas al día y siete días a la semana.
La demanda es especialmente intensa para los nuevos – y excelentes – Range Rover. Un Range Rover Sport tiene actualmente una lista de espera de nada menos que nueve meses, mientras que el Range Rover tiene una lista de espera de seis meses. China es uno de los principales mercados de Land Rover y es precisamente desde donde llegan noticias chocantes. Los chinos no son pacientes a la hora de comprar vehículos y bienes de lujo, y algunos consumidores están dispuestos a pagar hasta 60.000€ adicionales para evitar la cola.
Algo a tener en cuenta en un país que grava fuertemente los coches de lujo: un Range Rover tope de gama cuesta el equivalente a 340.000€ en los concesionarios chinos. Muchas empresas sueñan con estar en la situación actual de Land Rover – y en parte no se equivocan, los márgenes de venta de los Range Rover aseguran el futuro de la empresa – pero un exceso de demanda es también peligroso. Un consumidor cansado de esperar es un consumidor insatisfecho y que muy posiblemente nunca compre de nuevo Land Rover.
Los cuellos de botella de Land Rover son su propia fábrica y sus proveedores, que no son capaces de suministrar piezas todo lo rápido que sería deseable. Ford – antigua propietaria de Land Rover y Jaguar – aún fabrica motores para los británicos, aunque el diseño sea del Grupo Jaguar-Land Rover. Y de nuevo, tampoco es capaz de vender los motores con suficiente rapidez. Según Automotive News, Land Rover pecó de un exceso de prudencia, subestimando la demanda de los nuevos Range Rover en un 40%.
La solución no es sencilla, pero existe. Desde el desconocimiento de la estructura productiva de Land Rover – eso es estrategia de cada fabricante – se podría contratar la producción de algunos modelos a “subcontratas” de alta especialización como Valmet Automotive o Magna Steyr, o bien ampliar de la manera que sea la capacidad de las fábricas existentes. Una inyección de capital a sus proveedores también podría acelerar el suministro de piezas. Lo que sea para evitar los perjuicios de un exceso de éxito.
Fuente: Autoblog
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