En el mundo de los swap no existen límites, la ambición supera con creces la dificultad del proyecto y el resultado siempre, siempre es espectacular. Ya hemos visto como metían un motor Ferrari en un Toyota GT86, o un V12 de un hermano mayor en un M5 de 1993. Pero estas maravillas de la combinación de motor y carrocería distintos siempre estaban lejos, fuera de nuestras fronteras, donde estos sueños son más fáciles de alcanzar. Era difícil ver algo así por aquí, o eso creíamos…
Todo comienza con una tarde en el Jarama, un amigo pasa una foto de un MX-5 con aspecto salvaje y dice que en las entrañas de ese roadster hay un poderoso V8. Imposible, no le creo, así que a los pocos minutos me llegan más fotos, y una de ellas es efectivamente, un motor de 8 cilindros en su interior. ¿En España hay una máquina así? Esto hay que verlo en persona.
Organizado el encuentro, esperamos bajo un sol de justicia a que llegue el misterioso Miata V8. De pronto, escoltado por unMitsubishi Evo VIII rojo, aparece con un sonido inconfundible nuestro protagonista. Es real, está aquí, y es más impresionante aún en vivo.
Borja nos saluda, su orgulloso creador, especialista en todo lo que tenga que ver con darle más potencia a un motor, o coger el de otro y ponérselo al tuyo, como en el caso del pequeño biplaza japonés.
Por la carretera mirar por el retrovisor es ver un coche que sabes que en cualquier momento puede pasarte sin que tengas tiempo de bajar marcha para acelerar e intentar cogerle, es imponente. Puede parecer una locura este coche, y lo es, por eso nos encanta aún más. La historia tiene su explicación, y para eso hay que viajar años atrás hasta la calurosa y húmeda Florida, donde residía tiempo atrás su dueño, Borja. Quería un sustituto del Mitsubishi Evo de 620 CV que había tenido, pero semejante presión de soplado no era lo mejor para la climatología de la zona. ¿La alternativa? El Miata “americanizado”.
Su primera opción fue un Honda S2000, pero quedó descartado por el espacio para el motor. El plan B fue incluso mejor, un Mazda MX-5 haría de pequeño Frankenstein. Baratos de encontrar allí, ligero, y con espacio suficiente para albergar el poderoso corazón americano.
En California ya existe una empresa especialista en este tipo de creaciones, Flyin´Miata, pero las tarifas son igual de potentes que los V8 que montan. El precio: 30.000 dólares por colocar el motor en el coche y hacer que funcione, sin ninguna floritura más. Dejó de ser una opción, así que decidió hacérselo él.
Después de buscar un donante, un pobre Corvette C5 siniestrado, pero con todo lo necesario intacto, tocaba ponerse manos a la obra y hacer la operación quirúrgica de piezas y tornillos. Del biplaza americano se extrajo el motor, la centralita, la transmisión, el cableado y el cambio de seis velocidades manual.
No se hizo de la noche a la mañana. Durante los fines de semana de todo un año se encerró a trabajar en su ambicioso swap, para crear un Miata que no solo tuviera un V8, sino que pudiera conducirse y llevarse bien. Borja se encargaba de toda la mecánica y su pareja le ayudaba en ello y en confeccionar el interior de la bestia japonesa-americana.
El subchasis delantero tubular está fabricado nuevo, el radiador de aluminio también lo es para refrigerar bien el V8, el bastidor tuvo que ser reforzado, el chasis; mejoras necesarias para que el MX-5 NB soportara el descomunal potencial del motor LS1 de origen Corvette. También se incluye un diferencial autoblocante de otros modelos de GM, palieres a medida y árbol de transmisión en aluminio a medida.
Dentro tampoco falta detalle, forrado en Alcántara, baquets, una jaula antivuelco, volante nuevo, el cambio del C5. La dirección asistida llegó más tarde, casi por obligación, porque era difícil convivir con el Miata V8 en los parking y otros sitios que requerían muchas maniobras. El aire acondicionado por cierto, aún no lo tiene puesto.
Había que reflejar la inmensa potencia de alguna manera en el aspecto del Mazda. Un kit de ensanche especial, que tuvo que ser adaptado para que encajara bien. Pasos de rueda ensanchados, cola de pato en la tapa del maletero, y un hard-top nuevo. Presencia demoledora en un coche de mirada inocente de serie.
Toda la obra maestra de adaptación y el órgano donado sólo habían añadido 100 kilos más de peso al Miata, por lo que ahora la báscula indicaba 1160 kg. Si tenemos en cuenta que del V8 se extraen 345 CV y unos 520 Nm de par entregados directamente al eje trasero, os podéis hacer una idea de cómo se mueve de rápido esta máquina. Además, ha logrado un reparto de pesos envidiable por grande marcas de deportivos, 51-49. Detener este monstruo de la mecánica no es tarea sencilla, para ello se han instalado un equipo completo Wilwood de discos ventilados delante y rayados detrás, con el mismo tamaño de las pinzas originales.
El sonido del “Baby Corvette”, como lo llama su dueño, es bruto, es algo que no esperas que salga del pequeño descapotable, pero cuando lo escuchas te atrapa. El escape es artesanal, de 3 pulgadas y con doble salida y un silencioso Magnaflow.
Muchos estaréis pensando ya en el ojo de la cara que le ha tenido que costar homologar todo, o que va rezando por no cruzarse con las autoridades para que le pidan los papeles. Pues bien, nada de eso. El coche se fabricó en EE.UU. y por lo tanto se homologó allí. Al mudarse a vivir a España, el coche se convirtió en una propiedad más a la que hacer el cambio de domicilio, y sólo tuvo que pasar una ITV especial. El V8 de su MX-5 ruge con toda la legalidad del mundo por nuestro país.
La cosa podría acabar aquí, pero Borja nos contó que tiene guardado un V8 LS7 de 7.0 litros. Sin embargo, siento deciros que seguirá guardado. El brutal empuje del “Baby Corvette” hace que llevarlo rápido sea una tarea de cirujano, que requiere precisión al dar gas, así que no se ha planteado volver al quirófano, y para él, está bien así.
Tras haber conocido a dueño y creación solo nos ronda una pregunta, ¿habrá otras máquinas así de espectaculares por aquí? Como este Miata, no, pero otros swap de infarto quién sabe…
Fotografías por David Photocars
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