El ABS es una de las asistencias a la conducción más efectivas jamás creadas. Fue, de hecho, la primera asistencia real a la conducción, desarrollada aprovechando el advenimiento de la electrónica y avances experimentados durante la segunda mitad del siglo XX. El ABS fue equipado por primera vez en un automóvil en el Mercedes Clase S (W116) del año 1978, y desde 2003, es obligatorio en cualquier coche vendido en Europa. El ABS es tan sencillo como efectivo, y desde Driven Media se preguntan si una persona es capaz de ser más efectiva que el ABS.
Lo primero que debéis saber es que el objetivo del ABS es evitar el bloqueo de las ruedas en una frenada fuerte, o en condiciones de baja adherencia. Que las ruedas no se bloqueen permite no solo acortar la distancia de frenado, si no también retener el control sobre la dirección del vehículo. Su funcionamiento tiene en cuenta la velocidad de cada rueda – con un sensor de velocidad – y aplica o libera presión de frenado de forma automática para lograr la máxima efectividad. Este cálculo lo hace un ordenador, de forma completamente autónoma.
Miles de cálculos por segundo y decenas de ajustes de la presión de frenado de cada rueda, con el objetivo de evitar ese bloqueo de las ruedas. El ABS es un sistema también usado en competición, y en conducción deportiva es un gran aliado para lograr la máxima efectividad en la conducción. Para analizar si es posible vencer al ABS, toman como vehículo de control un Mazda MX-5 NC y llevan a cabo varias frenadas sucesivas desde unos 100 km/h. El resultado es una distancia media de frenado de 34,73 metros y una desviación media de solamente un metro.
Quitando el fusible del ABS del Mazda MX-5, el sistema antibloqueo deja de funcionar, al igual que el sistema electrónico de reparto de frenada. La primera frenada de uno de los miembros de Driven Media se dispara hasta los 45 metros, y tras cinco frenadas sucesivas, tratando de modular la presión de frenado en busca de la menor distancia, no logra bajar de los 39 metros. Hay desviaciones de hasta 6 metros entre frenadas, con una media de 42,66 metros. A continuación, Scott Mansel, un piloto profesional, repite el ejercicio.
Para sorpresa de los asistentes, no logra cifras mucho mejores, y tampoco mejora los datos logrados por el ABS. Su mejor frenada es de 37,5 metros, pero su media es de 39,66 metros, y las desviaciones llegan a ser de 5,5 metros. La conclusión del ejercicio es clara: el ABS no solo es mucho más efectivo y logra menores distancias de frenado, si no que es mucho más consistente en sus resultados. Queda demostrado que conducir sin ABS, incluso en una conducción deportiva, no solo no ofrece ventaja alguna, si no que reduce nuestra seguridad y efectividad.
