Las carreras de aceleración no son coto exclusivo de Estados Unidos, aunque hayan nacido al otro lado del Atlántico. En Europa son populares en países como Reino Unido o Alemania, pero no sabíamos que también mueven mucho público en Rumanía. Es precisamente del país de Europa oriental de donde proviene el protagonista de este vídeo: un BMW Serie 1 que comenzó su andadura como un simple 118d, y acabó convertido en un salvaje dragster diésel con más de 1.000 CV y prestaciones que dejan en ridículo a todo un Bugatti Chiron.
El motor de esta bestia de la aceleración es un diésel, un 3,0 de seis cilindros procedente de un BMW 335d. Tras instalar el motor bajo su capó y modificarlo profundamente, el resultado es una potencia máxima de 1.020 CV y 1.650 Nm de par máximo. Este torrente de cifras es canalizado al suelo a través del sistema de tracción total xDrive de un BMW 330d E90 y el cambio automático de ocho relaciones de un BMW X6 de primera generación. Aunque la potencia del motor es salvaje, su creador afirma que el 75% de los componentes del tren de rodaje son de serie.
Parece increíble que esos componentes sean capaces de digerir un aumento de potencia del 300%. Por supuesto, el coche ha sido completamente vaciado, tiene un paracaídas trasero y sus cuatro neumáticos son slicks. Este monstruo completó el cuarto de milla en 8,31 segundos, cruzando la meta a 270 km/h. El 0 a 100 km/h lo batió en 1,87 segundos. Es tan rápido como un Rimac Nevera en ese sprint, y deja a monstruos de la aceleración como el Bugatti Chiron o el Tesla Model S Plaid en la absoluta estacada. Si no te lo crees, echa un ojo al vídeo sobre estas líneas.