Hace un par de días, Land Rover publicaba un vídeo en el que nos demostraba el poderío y la fuerza de un Land Rover Discovery Sport. El último lanzamiento de la marca es uno de los más importantes, un SUV de volumen que debe mostrar su valía ante una competencia realmente capaz y preparada. En la última acción de márketing, un Land Rover Discovery Sport con motor 2.0 turbodiésel Ingenium de 180 CV se dispone a arrastrar varios vagones de tren, cuyo peso total es de 100 toneladas. Y aunque lo parezca, no es tan impresionante.
Sobre el papel, impresiona que un pequeño SUV con motor diésel sea capaz de remolcar el peso de un Boeing 757 por sus propios medios. Una empresa ha instalado en el Discovery un kit de conversión a conducción sobre raíles, pero la tracción sigue produciéndose por el contacto de los neumáticos con el raíl. No tiene reductora, pero su primera es corta para permitir un desempeño off-road correcto. ¿Cómo logra remolcar semejante peso tras de sí? Hay que tener en cuenta un concepto importante: la fricción, la resistencia al avance del tren.
Las ruedas del tren son metálicas, y ruedan sobre metal. Su fricción es bajísima, por lo que una vez el tren comienza a rodar, la mayor parte del trabajo está hecho. A base de pequeños acelerones consiguen poner el tren en movimiento – a costa de un buen desgaste en embrague y caja de cambios – y una vez están rodando, mediante la aplicación de acelerador con cuidado y un control de velocidad off-road, el Discovery se convierte en una pequeña locomotora. ¿Espectacular y efectisita? Desde luego. Quizá no tan impresionante.
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