Laprise Simon es un canadiense, aficionado a la escultura. En Canadá nieva mucho, y los inviernos son muy largos. Tras una gran nevada, las máquinas quitanieves municipales apilaron frente a su casa una enorme montaña de nieve. Como tenía tiempo libre, decidió hacer una escultura de un coche, compuesta íntegramente por nieve apilada. Durante horas moldeó con cuidado la silueta de un Toyota Supra – claramente un tercera generación, fabricado entre los años 1986 y 1992. Era tan realista que incluso llegó a engañar a las fuerzas del orden. Esperad, que os lo explicamos.
En países donde nieva mucho, suele ser ilegal aparcar en las zonas donde las quitanieves acumulan la nieve, pues impide que trabajen adecuadamente. Al mismo tiempo, es habitual que algunos coches queden estacionados bajo un manto de nieve, siendo multados por la policía. El coche esculpido por Laprise tenía la intención de gastar una broma a la policía. La clave de la broma fue que encontró un limpiaparabrisas roto en la calle, y lo colocó bajo el «parabrisas» del «Toyota Supra». El policía de una patrulla rutinaria escribió la multa, y fue a colocarla bajo el limpiaparabrisas.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que aquél coche no era real. Mientras tanto, Laprise observaba desde lejos la escena, regodeándose en su ingenio. El policía llamó a otra patrulla para que viera la obra de arte, y abandonó el lugar dejando una amistosa nota sobre el deportivo, en la que decía «has alegrado nuestra noche». Una curiosa anécdota en un país conocido por la educación y amabilidad general de sus ciudadanos y fuerzas del orden. Una historia amena y reconfortante para un mundo que parece haberse vuelto enfadado, impersonal, y demasiado violento.
¿Se empezarán a convertir estas esculturas en tendencia?
Fuente: Jalopnik