Ser el roadster más vendido del mundo debe esconder, como mínimo, una receta bastante convincente en cuanto a sensaciones al volante. Y ese fue el motivo por el que comencé a buscar el Mazda MX-5 de segunda generación que hoy me pertenece, un coche que hoy se convierte en la excusa perfecta para tratar de descubrir si a pesar de dos cambios generacionales y 20 años de diferencia, el MX-5 sigue siendo fiel a su esencia. Hoy enfrentamos al Mazda MX-5 NB frente al MX-5 ND, ¿seguirá vivo el espíritu del Miata original?
Era 2015 cuando mi compañero Mario Herraiz sacaba a la portada de Diariomotor su Mazda Miata para enfrentarlo al recién lanzado Mazda MX-5 ND, un duelo muy interesante que te recomiendo leer, y que en cierto modo recupero desde otro punto de vista hoy. Hoy los protagonistas son nada menos que un Mazda MX-5 RF 30 Aniversario y un bastante más veterano Mazda MX-5 NB1 del que soy feliz propietario. Sí, los Miatas siempre han sido coches apreciados en esta redacción, y es que incluso con sus imperfecciones, al final esta fórmula termina enganchando.
Mazda MX-5
Los 30 años que cumple la saga Miata/MX-5 en este 2019 nos han regalado una edición especial del más potente de los MX-5 ND que ya hemos puesto a prueba. Pero tras analizarlo a fondo, no podía evitar la idea de darme un homenaje de curvas con mi MX-5 NB1 y el nuevo MX-5 ND 30th. Me parecía una experiencia no solo divertida, sino muy interesante para descubrir si realmente el espíritu Miata se mantiene en un coche que ha cambiado tantísimo a lo largo de estos años.
El plan que me propuse no era otro que irme hasta mi carretera de montaña favorita en Málaga. Un escenario que me conozco a estas alturas casi que con los ojos cerrados y que me permite descubrir las virtudes y defectos de cada coche que pasa por mis manos. Obviamente mi MX-5 NB1 1.6i 16v Special Edition, que ya ronda los 170.000 Km, ha saboreado muchas veces este trazado, pero hoy el plan debo seguirlo a rajatabla y firmar los mismos kms con ambos coches, en un sentido y en el otro, y con la única máxima de encontrar una respuesta, si es que la hay.
Arranco con la montura más añeja, en ascenso y sin miramientos, encontrando acto seguido que lo que más caracteriza a este coche es la fluidez con la que permite navegar entre curvas lentas y medias. Las zonas rápidas no son su fuerte por culpa de 110 CV que son algo perezosos hasta que no los encuentras a muy altas vueltas. Tacto de cambio bien escalonado, duro y preciso, posiblemente lo mejor de todo el coche, teniendo además ese feeling impecable en madera que se repite en el volante y que viene firmado por Nardi Torino. La dirección es otro de los puntos fuertes, obediente, con la asistencia justa y con mucha información para poder hacer travesuras sin miedo a nada.
No hay ayudas más allá del ABS, tampoco se las necesita. Hablamos de un coche de 1.035 Kg que hace el 0-100 Km/h en 9,7 segundos, por lo que entre sus muchas virtudes la de deportivo prestacional se difumina, aunque no así la de disfrute, pues nos encontramos con una transferencia de pesos siempre uniforme, sin malas maneras en reacciones y con una trasera ágil que no echa de menos el autoblocante si sabes entender cómo trabaja el coche cuando se acerca a su límite de adherencia. Los propulsores 1.8 de hasta 146 CV lucían más carácter en motor y chasis, pero tampoco mucho más. Es un coche escuela, para disfrutar en tramos revirados sin deslumbrarte por la velocidad, aprendiendo cómo trabajar con la física y no con las niñeras electrónicas, pero sobre todo es un coche cuyo fuerte está en la capacidad de multiplicar todas y cada una de las sensaciones que te llegan a partir de una conducción poco exigente y sencilla.
Turno del novato, un Mazda MX-5 ND 30 Aniversario que recoge las novedades del ND2 con motor 2.0 atmosférico de 184 CV más deportivo – 1.175 Kg y 6,8s en el 0-100 Km/h -, y además añade una configuración exclusiva a modo de serie limitada. Recuerdo nuestra comparativa con el Abarth 124 Spider, un duelo donde me resultó muy difícil escoger una ganador por las muchas diferencias y similitudes que encontré, y es que ambos coches ofrecían recetas muy similares, aunque ejecutadas de formas los suficientemente diferenciadas como para generar esa duda.
Ahora, encarando el mismo tramo que acabo de culminar con el NB1, este MX-5 de cuarta generación revisado me resulta aún más convincente que el ND1, y eso que he de confesar que me gustaría más todavía si estuviera a los mandos de un Soft Top. El MX-5 ha ganado notablemente en deportividad, una ganancia que principalmente se responde por los 184 CV que ahora ofrece. Una mecánica muy progresiva, pero con reservas en todo el cuentarrevoluciones. A ello se acompaña un cambio igual de preciso que el que luce la unidad de hace 20 años, quizá no tan dura y mecánica, pero sin duda igual de disfrutable. Los frenos son punto y aparte, el equipo Brembo supera por mucho cualquier equipo visto nunca en un NB de serie. Sin ser ambos coches exigentes a nivel de frenos gracias al bajo peso y su buen reparto, el mordiente, tacto y aguante del equipo de este MX-5 30th está muy por encima.
La trasera ofrece mucho más carácter, desde parado incluso, con un ESP que te deja hacer y que además es desconectable, complementándose aún así con un autoblocante que trabaja a las mil maravillas. Pero es sin duda en la suspensión donde me encuentro una de las grandes similitudes, pues con un equipo firmado por Bilstein me encuentro con un tarado firme de amortiguación, aunque con unos muelles que siguen mostrando ese carácter blando tan típico en los Miata. Es sin duda un punto muy característico que se ha mantenido fiel en todos estos años. En la dirección sucede algo similar, pues aunque por el camino se ha quedado algo de feedback, en obediencia y precisión seguimos teniendo una nota de sobresaliente.
Si divertida me ha resultado esta carretera a los mandos del NB, en el ND me encuentro con un coche de personalidad prácticamente idéntica, aunque con diferencias a mayores destinadas a llevar nuestra conducción a un ritmo muy superior. Es un coche bastante más rápido y que ofrece una forma de trabajar mucho más controlada. Los límites están bastante más por encima, y aunque jamás se percibe un exceso de nervio, las prestaciones están ahí y hay que saber contenerlas cuando la situación se complica.
¿Y qué decir del puesto de conducción? El paso de los años ha traído mejores materiales, más confort y tecnología, pero la postura al volante es la misma, con el trasero casi rozando el suelo y las piernas bien estiradas. Todo a la mano y encajando nuestro cuerpo en su posición como un guante. Quizá aquí rompo una lanza a favor del diseño vintage del NB, pues aunque el look deportivo del conjunto de los ND gusta – con los Recaro aún más -, la combinación de la piel de color beige con la madera de caoba me parece inmejorable en un coche de esta filosofía.
La conclusión final tras este duelo podría antojarse como previsible, y es que sí, el MX-5 de última generación sigue teniendo ese regusto a deportivo clásico destinado a disfrutar sin exigirte ser piloto. Aspectos clave como peso, precisión o simpleza siguen siendo protagonistas, aunque ello no quita que el sabor añejo del NB me haga sonreir por menos y durante más tiempo. Posiblemente ese sea siempre el problema de los coches nuevos por muy bien que éstos estén hechos, coches donde los cambios a «mejor» siempre conllevan ciertas licencias que nos hacen mirar con ojitos a las viejas glorias. Y aún con todo, solo puedo tener buenas palabras para el MX-5 más moderno, donde las exigencias y modas de los nuevos tiempos no han sido excusa para alterar una receta que solo puedo catalogar como perfecta.