A cada nuevo día aparecen noticias sobre inversiones y desarrollo de nuevas tecnologías relacionadas con el coche autónomo, tanto como para ser el principal foco de investigación del grueso de la industria del automóvil. Aunque es mucho el caminio que queda por recorrer para movernos en coches autónomos, por qué no pensar en aplicaciones más allá del transporte de pasajeros o mercancías, por qué no pensar en experiencias de conducción más lúdicas. Bajo el proyecto Cortex Jaguar Land Rover pretende llevar los coches autónomos al 4×4, y no, no es tan locura como parece.
Jaguar Land Rover es uno de lo fabricantes automovilísticos que más recursos está destinando el desarrollo de la conducción autónoma, pero su último movimiento ha desconcertado a propios y extraños aunque no era la primera vez que hablaba de ello. Dado que el grueso de las ventas de ambos fabricantes viene de modelos SUV, Crossover o 4×4, el grupo británico ha decidido poner en marcha el proyecto Cortex con el que a través de una inversión de 4,22 millones de euros pretende llevar la conducción autónoma fuera de las carreteras.
Land Rover Range Rover Sport
Tal y como entendemos el coche autónomo en estos momentos, una parte fundamental de su éxito depende de una base de datos de mapas creada con precisión milimétrica. El resto de sensores, cámaras, radares y demás tecnologías solo ejecutan una labor de análisis sobre el entorno próximo para actuar ante variables no programadas. Con el proyecto Cortex JLR apuesta por otorgar todo el protagonismo a todas esas otras tecnologías, prescindiendo obviamente de los mapas ya que una vez abandonamos el asfalto no contamos con una cartografía que nos indique el camino a seguir.
Bajo el proyecto Cortex Jaguar Land Rover pretende alcanzar un sistema de inteligencia artificial capaz de convertir un coche autónomo en un vehículo perfectamente capaz de adaptar su conducción fuera de una ruta «conocida», de hecho el proyecto se basa en los niveles 4 y 5 de conducción autónoma donde el papel del conductor es prácticamente nulo. Combinando las capacidades todoterreno de los vehículos, junto a la información que generan en tiempo real todo el arsenal de sensores instaladados, se pretende alcanzar un sistema de conducción autónoma capaz de adaptarse a un camino o escenario imprevisible fuera de asfalto. JLR ve un enorme potencial en este nuevo concepto, especialmente en mercados como Rusia, Oriente Medio o Brasil donde la circulación fuera de asfalto es muy importante.
Las aplicaciones de esta tecnologías son muy variadas, desde el potencial que ofrece como sistema de enseñanza en conducción 4×4 – una suerte de instructor virtual -, hasta la posibilidad de convertirse en una herramienta de exploración de alto valor, permitiendo incluso crear caminos virtuales gracias a la adquisición de datos en tiempo real. Tampoco podemos olvidar que esta nueva rama del coche autónomo permitiría a JLR desarrollar la tecnología de sus sistemas más allá de lo que hacen sus competidores en carretera, lo que también podría suponer una ventaja táctica a la hora de hablar de un mercado donde el coche autónomo sea real, por no hablar del importante paso adelante que ha supuesto para JLR el acuerdo con Google para participar en Waymo con nada menos que 20.000 Jaguar I-Pace en circulación.