La llegada del Toyota GR86 (y el Subaru BRZ) ha supuesto toda una revolución en el mundo de los deportivos asequibles. Hasta su llegada, el Mazda MX-5 se había convertido en la única opción de esta clase, ofreciendo una visión que incluso podemos catalogar como en peligro de extinción. Pero ahora el Toyota GR86 ha irrumpido en el mercado subiendo el listón en cuanto a prestaciones, comportamiento y precio, obligando a Mazda a mover ficha con el MX-5 si quieren responder al GR86 con el MX-5 más potente y deportivo de la historia.
Pero no, no será así. Aunque hasta la fecha Mazda no se había pronunciado en relación a esta competencia frente a los GR86/BRZ, lo cierto es que la postura de los de Hiroshima era bastante predecible, pues el MX-5 nunca ha buscado ser un deportivo del tipo que sí lo son GR86 y BRZ. La filosofía del MX-5 siempre ha sido la de un coche de disfrute, divertido en conducción y hasta deportivo para cierto de escenarios, pero nunca un coche que busque convertirse en una montura de Track Days como sí pretenden Toyota y Subaru con sus coupés.
Mazda MX-5
De hecho esta fue la idea que nos llevó a hacer nuestra reciente comparativa entre el Mazda MX-5 y el Toyota GR86, demostrando que siendo coches perfectamente comparables en precio y prestaciones, ofrecen visiones bastante diferentes en cuanto a lo que debe ser un coche de disfrute. Cada uno tiene sus puntos fuertes y débiles, pero si tenemos claro qué es lo que vamos buscando en un coche de este tipo, será difícil que la balanza no se decante de uno u otro lado. Eso sí, también te advertimos de que tras probarlos, lo verdaderamente difícil será no querer llevarte a ambos coches al garaje.
Y ahora Mazda, a través de uno de los ingenieros encargados del desarrollo del MX-5, Dave Coleman, confirma la postura de la marca en esta «guerra» frente a los GR86 y BRZ. No habrá un MX-5 con más potencia, y mucho menos sobrealimentado, diseñado para dar respuesta a los deportivos de Toyota y Subaru. Con los 184 CV que emanan actualmente del bloque de 2 litros, el MX-5 actual ha conocido su techo, un techo que de hecho apareció como beneficio colateral al buscar un límite de giro mayor en el motor gasolina y una mejor respuesta al acelerador. Y es que en Mazda siguen priorizando el equilibrio y las sensaciones en el MX-5, huyendo así de guerras de potencia y prestaciones que, además, les obligaría a rediseñar y alterar por completo la receta del roadster nipón.
Este círculo vicioso al que se refiere Coleman es un enemigo habitual para este tipo de proyectos, pues la ganancia en rendimiento debe verse acompañada de mejoras en chasis, componentes, etc. Y todo ello suele conllevar no sólo un encarecimiento, sino un aumento de peso, mayor complejidad, etc. Dicho de otro modo, si bien antes de despedirse todo apunta a que veremos un MX-5 más deportivo y exclusivo, esta versión será una vuelta de tuerca de lo ya conocido para mantenerse fiel a la esencia Miata.
Fuente: CarBuzz