Sí, el MINI John Cooper Works, las versión deportiva del MINI de 3 puertas, me había dejado en nuestra prueba (ver prueba del MINI John Cooper Works) cierto sabor agridulce. Obviamente es un utilitario excelente, está en el top 3 de los mejores GTI de bolsillo, es rápido, está realmente bien acabado y tiene una imagen fantástica, pero la presencia de cierto subviraje ensombrecía ligeramente su buena dinámica. Ahora me encuentro a los pies de las oficinas de BMW en España, listo para cambiar las llaves del MINI JCW por las de otro vehículo de la marca MINI, un MINI Cabrio con el que sumaremos un nuevo puñado de centenares de kilómetros. Fuera la capota, ¡nos vamos de roadtrip!
Ahí está. En el parking, al lado del JCW, hay un MINI Cabrio azul, con el bonito y llamativo Caribbean Aqua, con una S en la parrilla delantera que delata la mecánica de 192 caballos de esta unidad. Firmo la autorización de rigor y la redondeada llave cae en mis manos.
MINI Cabrio
En su interior me recibe una exquisita tapicería blanca, muy náutica y unas inserciones con un acabado similar a la madera y un bonito tono gris. La combinación de este MINI Cabrio está genial, me encanta y por supuesto no falta el repertorio ya conocido de tecnología (con ese sistema multimedia perfectamente integrado) y de buenos detalles, como el sistema de sonido Harman/Kardon, la iluminación ambiental o todos esos bien rematados botones de la consola central.
Sí, lo primero que hago, tras haber arrancado, es bajar su capota. Esta madrileña mañana de mayo invita a ello y el ronroneo de su doble salida de escape parece más que dispuesto a poner una buena melodía a este martes.
Su azulada carrocería gira más de un cuello a nuestro paso por las calles de la capital.
“Ya tengo el coche, tenemos que fijar los últimos detalles del viaje”. Escribo a Juanma, en los próximos días partiremos de viaje con el MINI para dar buena cuenta de un nuevo roadtrip, de una nueva producción. El escenario escogido es la Costa Brava, llegando hasta Perpiñán.
¿Por qué el MINI Cooper S Cabrio me parece más un GTI más “redondo” que el MINI JCW de hace unos días?
Antes de partir, de poner rumbo a Barcelona, desde donde comenzará realmente el periplo, tengo 3 o 4 días para ir familiarizándome con su dinámica, con su proceder, aunque obviamente tengo ya muchas referencias adelantadas por su hermano mayor, por el MINI John Cooper Works.
Lo primero que hago tras llegar a casa es comprobar el precio de este MINI Cooper S Cabrio frente al MINI John Cooper Works. El MINI Cooper S Cabrio parte desde 31.450 euros mientras que el MINI John Cooper Works, en su versión “cerrada”, parte desde 32.500 euros saltando hasta los 36.650 euros en el caso del MINI JCW Cabrio.
Inmediatamente se inserta en mi mente la lógica pregunta de… “¿me compraría este MINI Cooper S Cabrio o escogería el MINI JCW?”.
Estéticamente ya he mostrado mi afinidad por el trabajo de “la nueva MINI” (que decir del “viejo” Mini…), tanto por su diseño exterior como por lo bien resuelto que está su interior, por el cuidado puesto en los detalles, esas ópticas, las posibilidades de personalización, el buen ajuste entre superficies…
No, aquí no tenemos una pareja de buckets al frente, pero el tacto del cuero de sus asientos es exquisito y la madera del salpicadero le sienta, a mi juicio, mejor que esa superficie brillante con efecto “carbono” del MINI JCW. Blancos, presentan ya alguna que otra mancha por el roce en los laterales, seguramente de comprar uno escogería mejor una tapicería marrón, pero la combinación resultante, maridado con su condición de cabrio, le brinda una genial atmósfera al interior de este MINI.
Descapoto a golpe de mando, me encanta observar el rápido proceso a distancia, también la posibilidad de poder plegarla en dos posiciones, totalmente recogida o “a la mitad” ejerciendo de “techo practicable”. Reconozco que en movimiento está bien aislado, tanto con la capota puesta como sin ella, entrando el aire justo, sin turbulencias, permitiendo conservar una buena temperatura y sin tener que elevar el volumen de la conversación.
Head-Up Display, iluminación de cortesía al abrir sus puertas, la bien integrada pantalla de la consola central…
Bajo el capó, como en el caso del JCW, hay un bloque de cuatro cilindros, sobrealimentado, de dos litros de cubicaje. Desarrolla 192 caballos entre las 5.000 y 6.000 rpm al eje delantero, tiene un par de 300 Nm disponible desde las 1.250 rpm, homologa un consumo medio de 6 l/100 km y marca un 0 a 100 km/h de 7.2 segundos, llegando hasta los 230 km/h.
Y sí, a diferencia del MINI JCW esta unidad cuenta con un cambio manual.
“¿Cómo hacemos, noche en Barcelona?”… Los preparativos para el viaje continúan. Encontramos un hotel barato en Perpiñán, hacemos un sencillo mapa con el recorrido, con los pueblos por los que pasaremos, en una vieja libreta de Subaru, quizá la del viaje a Noruega. Unos 1.800 kilómetros nos advierte Google Maps, súmale ahora los kilómetros adicionales buscando las localizaciones para las fotos y enmárcalo todo en menos de dos días, una sola noche.
Antes del viaje procedo a familiarizarme con el coche, como hice con el MINI John Cooper Works, en uno de los tramos habituales, una de las carreteras en las que solemos preparar las pruebas más cotidianas. En muchas ocasiones, la mayoría, el trajín del viaje, de las fotos, el correr siempre contra las mejores horas de luz, no pone fácil eso de extraer todos los matices del coche. Prefiero ir con la mayor parte del trabajo ya hecho.
¿Lo mejor del MINI Cooper S dinámicamente? Lo «lleno» que está su motor y como es capaz de afrontar el paso por curva:
Hora de comprobar como se mueve el MINI Cooper S. Inserto el modo Sport en el selector de modos de conducción situada en la base del cambio.
Qué gran sonido le ha sacado MINI a este cuatro cilindros. Suena bastante, suena de maravilla, con petardeos en las reducciones, “gordo”, encendiéndote, invitándote a ser más contundente. Pero no nos precipitemos, todavía estamos en la autopista… y aquí el MINI me demuestra una estabilidad y un confort realmente bueno, bien aislado… parece que vamos a tener un buen aliado en el viaje que nos espera.
La suspensión, firme muy firme, trabaja realmente bien, con nulos balanceos y con una efectiva entrada en curva pero de nuevo apareciendo esa deriva, ese subviraje a la salida, con una zaga que no quiere jugar, que no se descuelga.
El buen hacer en los primeros compases de la curva, ese arrojo a la hora de encararlas, se postulan enseguida como una de las grandes virtudes de esta montura.
El resultado es divertido sí, sin duda. Con una dirección directa, informativa, bien de peso y con unos mandos en general bien tarados, “tirando” a comodones, con un cambio con una buena dureza y sobre todo un excelente compromiso con el confort en autopista sin perder de vista una entretenida dinámica cuando salimos de ella. ¿Incomoda en algún momento la dureza de sus suspensiones? Quizá en algún badén demasiado pronunciado, ya sabes uno de esos cortos, pero no me ha parecido algo especialmente dramático.
Sí, el Ford Fiesta ST o el Peugeot 208 GTI By Peugeot Sport pueden ofrecernos una conducción más directa, con una zaga involucrada, pero el MINI está mucho más refinado, se nota más… “¿maduro?” Sí, esa creo que es la mejor palabra para compararlo frente a los mejores GTI de la categoría.
Al buen comportamiento de su chasis (¿y si le pusiéramos otros neumáticos?) se le suma un motor que, como ya nos demostró el MINI JCW, destaca por ofrecernos un buen torrente de potencia desde bien abajo, aceleremos donde aceleremos y aunque se notan esos 40 caballos de diferencia con el JCW el comportamiento (que no las cifras) es bastante similar, dándonos la sensación de que tenemos a nuestra disposición más potencia, devorando las rectas, devorando las marchas.
¿Sabías que esta transmisión imita el “punta tacón”? Un ligero golpe de gas automático acomoda las reducciones y si bien la caja de cambios automática del JCW es rápida y realmente efectiva me quedo con la diversión adicional del manual.
La entrega de potencia, si bien es contundente, se produce bajo el amparo de la suavidad del conjunto. Elástico y capaz de convertir a este “pequeño”, que ya no es tan pequeño, en todo un cohete aunque ya no estamos ante el JCW.
Cada vez tengo más presente la sensación de que este MINI Cooper S Cabrio se va a alzar como favorito frente al JCW “coupé”.
Descapotado, a un ritmo ya más sosegado, ahora en el modo Green, con una respuesta más dulce del acelerador y sin el petardeo de los escapes, retomo el camino de regreso. La calefacción mitiga el frescor del poco aire que se adentra en el habitáculo y a mi alrededor, ahora anochecido, se despliega toda una fiesta de luces que se hace aún más notable al subir o bajar el volumen del equipo de sonido o al regular la climatización, momento en el cual los LED bailotean a nuestra demanda.
Aparco, se ha echado la noche encima y aún hay que preparar los enseres para el viaje que se avecina. Me encanta la línea del MINI Cabrio, la forma que adopta la capota sobre el portón del maletero. Presiono el mando hasta que el techo se cierra por completo…
De Madrid a Perpiñán pasando por Barcelona y recorriendo toda la Costa Brava:
Con los primeros destellos del sol, aún contados, con la calle apenas iluminada, bajo al garaje para llenar el maletero con una pequeña bolsa de deporte con la ropa y una mochila con el material fotográfico… no queda mucho más espacio libre y eso que en esta generación han hecho bien los deberes y han aumentado su capacidad de carga desde los 160 litros hasta los 215 litros. El diseño del portón me encanta, aunque no deja una boca de carga demasiado grande. Por suerte se puede levantar la parte superior y esto cuando vas con grandes bolsas con trípodes, focos… se agradece.
Recojo a Juanma, va al maletero, suelta alguna pequeña bolsa más y vuelve aún cargado para dejar el resto en los asientos traseros. Cuando tienes que hacer un viaje tan largo en tan pocas horas y además tienes que estar metiendo y sacando material para las fotos eso del desorden, de tener el habitáculo lleno de cosas, termina agobiándote, tendremos que lidiar con ello. Si fuimos capaces de hacerlo con un Audi R8…
“Yo voy a seguir durmiendo, encárgate tú del primer tramo” apunta Juanma mientras reclina el asiento. Fijo en el navegador Barcelona, doy el salto a la autopista.
Entre el leve volumen de la radio y el buen aislamiento, del coche en general y de la capota en particular, no parece que vayamos con un descapotable por autopista.
Con esto de los roadtrips hemos adquirido una gran capacidad para devorar kilómetros in apenas inmutarnos. Llevamos casi 400 km, hace ya un buen rato que hemos pasado Zaragoza y Barcelona parece estar ya a tiro de piedra. El sol acompaña, vamos bien de hora, Barcelona nos recibe atascada y desde el monumento a Colón ponemos rumbo al Hotel W Barcelona para hacer una de las primeras fotos de la sesión (ya ha habido otras durante el camino).
Atestada de turistas, sin poder encontrar un sitio donde comer, terminamos en el barrio del Born y claro, la visita al Mazda Space aprovechando la coyuntura era obligada, recibiéndonos allí ese pedacito de historia del motor que es el Mazda 787b junto a todas las generaciones del Mazda MX-5, un Mazda MX-5 que, sea dicho de paso, se convierte en una gran alternativa a este MINI Cabrio para aquellos que no precisen de las plazas traseras.
Abandonamos Barcelona, poco acogedora para improvisar unas fotos y ponemos rumbo a Cadaqués siguiendo la costa mientras que el cielo comienza a enturbiarse.
Palamós, Estartit, Roses… Muchos de mis veranos, cuando era pequeño, los pasé por esta zona y vagamente intento guiar nuestra ruta hacia buenas localizaciones. La noche se nos echa encima, nuestra intención era dar cuenta del atardecer en Cadaqués, pero no hay manera, la noche nos sorprende en Roses, desierta a diferencia de Barcelona, regada por una suave lluvia.
Antes de Roses hemos desfilado por L’Escala, tampoco hemos perdido la oportunidad de plantar el pie en la playa de Sant Pere Pescador, con su tamaño acentuado ahora por la falta de gente y los canales de Empuriabrava. Pero nuestra intención era llegar antes del anochecer a Cadaqués y no lo hemos conseguido.
La tormenta se acentúa, llenamos el depósito del MINI en una gasolinera de Roses y el ordenador de a bordo reza un consumo medio de 7.9 l/100 km. Con la calma que nos da el ya no depender de la luz y con los primeros síntomas de cansancio entramos en Cadaqués.
De nuevo aquí la afluencia turística vuelve a marcar el ritmo de la calle, por suerte y gracias a las fechas en las que estamos (mayo) no es algo especialmente exagerado. La lluvia ha cesado, hace una temperatura perfecta, buscamos el emplazamiento para alguna foto nocturna y nos detenemos, en una de sus playas, a observar la bonita silueta de este pueblo bajo la suave luz de las casas.
El agua se intuye llena de barcas amarradas, familias, parejas, van calle arriba, calle abajo, buscando un sitio donde cenar…
“Vamos a intentar terminar rápido para no llegar demasiado tarde a Francia y descansar”. Lo sé, aún nos queda atravesar la frontera y llegar hasta Perpiñán y para colmo el viaje lo vamos a hacer por carreteras secundarias…
La lluvia golpetea de nuevo la capota del MINI. Desde Portbou nos despedimos ya de España antes de ser recibidos por el cartel de Francia y los maltrechos restos de los antiguos controles fronterizos. Hace tiempo que no nos cruzamos con nadie, la carretera esta desierta, con tramos sin iluminación alguna. Nos topamos desde lo alto de la carretera, al fondo, con un enorme entramado de vías que nos deja embobados, imaginamos que es la estación donde se produce el cambio de vías entre los dos países.
La carretera está llena de curvas de lo más interesante. A nuestra derecha se intuye el mar y sólo pasamos de vez en cuando por alguna pequeña población. Mañana, en unas horas, cuando volvamos a Cadaqués tenemos que probar bien a fondo esta carretera. Ahora, con la lluvia, la escasa luz y el cansancio es una imprudencia.
Paramos en el puerto de un pequeño pueblo francés para admirar la situación. El silencio de la noche, el pueblo desierto, el mar golpeando la playa vacía…
Perpiñán empieza a aparecer en los carteles de la carretera. Juanma hace un buen rato que se ha dormido. Son las 2 de la mañana y la noche termina, antes de hacer el check in en el hotel, pasando por un McAuto para comer algo. Se nos había olvidado por completo cenar con el ajetreo de la sesión.
Caemos rendidos.
Nuestra mañana en Perpiñán empieza bien temprano, buscando alguna nueva localización en la ciudad francesa y volviendo apresurados a Cadaqués. En lugar de enfilar la autopista decidimos volver por la carretera costera que nos trajo hasta aquí, dispuestos a disfrutar lo que el cansancio y la lluvia no nos dejó disfrutar la noche anterior.
Descapotados ahora, bajo un amenazante cielo nublado, descubrimos un gran paisaje, cruzándonos con un buen número de motoristas a nuestro paso. La carretera tiene una pinta fantástica y hablamos de hacer algún día esta misma ruta en moto. Tiene que haber un montón de pueblos en los que perderse, un montón de rincones espectaculares.
Tengo ya, a estas alturas del viaje, totalmente clara mi decisión: de verme en la tesitura me cogería antes un MINI Cooper S Cabrio que un MINI JCW. El Cooper S va realmente bien servido de prestaciones ya y la diferencia económica prefiero invertirla en la versión descapotable. Dinámicamente, en lo que a puesta a punto se refiere, tampoco he apreciado una diferencia salvaje y pienso si en MINI estarán trabajando o no en una versión más radical. Seguro, espero, que sí.
El tacto de la dirección, el gorgoteo de ese motor con respuesta le pisemos donde le pisemos, lo bien acabado que esta, su aspecto…
Jack Johnson, Tame Impala, el California Sunrise de Dirty Gold, Wolf Parade…
La locura del viaje, la cantidad de kilómetros que llevamos encima, la cantidad de paisajes que hemos visto en tan pocas horas, empieza a hacer estragos y Juanma baja de golpe el volumen del equipo Harman/Kardon, salta a las plazas traseras, saca una guitarra y empieza a tocar el Rocky Racoon de los Beatles mientras yo me sumo a los coros. Algún día habría que escribir un libro sobre estos viajes…
Cadaqués. De nuevo, ahora de día. Preciosa al lado del cielo amenazante, con el mar enturbiado, sus blancas fachadas, las barcas amarradas y ocupando las orillas… El agotamiento a estas alturas es considerable. Por suerte ya teníamos las fotos a hacer totalmente en mente, de la noche anterior y damos cuenta rápidamente de ellas. Suspiramos exhaustos y pensamos en la vuelta que aún nos queda a Madrid.
Por suerte, a pesar de las horas y ante el chaparrón que nos ha sorprendido, nos dan cobijo en un restaurante. Reponemos fuerza y emprendemos el camino de vuelta, deteniéndonos unos segundos para contemplar el perfil de Cadaqués sobre la costa antes de meternos de nuevo en el coche, lleno de trastos, cables, trípodes y cámaras que ruedan en cada curva.
Vuelta a casa. Zaragoza, carreteras secundarias del interior, pueblos atravesados por carreteras ahora prácticamente vacías, tractores apurando los últimos rayos del sol arando el campo, gasolineras perdidas en mitad de la nada…
Me llevo una sensación mucho más satisfactoria de este MINI Cooper S Cabrio que del MINI JCW. Al JCW se le presupone algo más radical o al menos así lo entiendo yo. El Cooper S en cambio parece dispuesto a ofrecerte aún más de lo que le pides inicialmente, con el aliciente en este caso de su condición de descapotable… ¿tendrían que haber hecho aún más salvaje al MINI JCW? ¿Haberle dado algún que otro matiz diferenciador más?
Me quedo con la buena forma de afrontar las curvas de este MINI, con lo lleno de energía que está su propulsor, el tacto de su dirección, el sonido de su escape, con lo bien resueltos que están sus acabados y el mimo puesto en el diseño.
Ha sido un placer MINI Cabrio.
Fotografías por Juanma G. Cámara.