Como ya te contamos en un artículo en el que discutíamos sobre la herejía en la industria del automóvil como medio de supervivencia, Porsche no siempre se ha dedicado a hacer sus propios deportivos, sino que también ha puesto su departamento de ingeniería al servicio del mejor postor para dar lugar a creaciones únicas, y no todas ellas dentro del paraguas del Grupo Volkswagen. Así pues, os desvelamos seis coches, algunos de ellos míticos deportivos, con el sello de la firma de Stuttgart en sus entrañas:
Audi RS2 (1994)
En primer lugar nos encontramos con uno de los más conocidos de todos, el Audi RS2 de 1994 basado sobre el Audi 80 Avant (b4) de la época, y del que se fabricaron 2.881 unidades que salían de la misma línea de producción que años antes vieron nacer al Porsche 959. Así, la gente Porsche tomó el 2.2 litros y 5 cilindros de Audi y con la ayuda de un turbocompresor le llegaron a extraer 315 CV a 6.500 rpm, de forma que podía hacer el 0 a 100 km/h en sólo 4,8 segundos (¡lo mismo que un S3 actual!) alcanzando una velocidad punta de 250 km/h. Ni que decir tiene, que como buen RS, recurría a un sistema de tracción integral Quattro.
SEAT Ibiza
Sin embargo, lo más impactante era ver como un familiar de 1.600 kg, con las llantas de 17 pulgadas Porche CUP, los retrovisores de un 911 y unas enormes pinzas firmadas por Brembo y con el logotipo de Porsche, el cual también se encontraba en otros elementos, como los propios logos RS2, era capaz de sonrojar a un Ferrari 456 o Porsche 911 de la época.
Lada Samara (1984)
El Lada Samara de 1984 no era tan glamuroso, rápido o impactante como el RS2, pero también contaba con el ADN de Porsche en su interior. En aquellos años el fabricante soviético quería una parte del pastel de las ventas de automóviles de Europa occidental, por lo que tras el famoso 4×4 Lada Niva desarrolló el Samara. Sin embargo, necesitaban un motor capaz de satisfacer los exigentes estándares del comprador medio europeo, por lo que recurrieron al servicio de ingeniería de Porsche para que desarrollara el sistema de alimentación por carburación y la culata del mismo, dando así lugar a un 1.3 litros de 72 CV asociado a una caja de cambios manual de 4 relaciones.
Pero eso no es todo, porque la gente de Lada decidió correr el Dakar en 1990 y 1991 con un Lada Samara Proto conducido por un tal Jacky Ickx bajo el cual se ocultaba la mecánica de un Porsche 959, un 3.6 bóxer de seis cilindros y 300 CV, así como su sistema de tracción integral.
Mercedes 500E (1990)
¿Qué puede pasar cuando unen fuerzas dos de las más prestigiosas marcas de automóviles como lo son Porsche y Mercedes? Pues que dan crean un auténtico lobo con piel de cordero como el Mercedes 500 E caja W124 de 1990, una berlina del segmento E (el abuelo de la actual Clase E) que pretendía rivalizar con el M5 E34 de BMW gracias a su motor V8 de 5 litros de cilindrada con inyección electrónica Bosch LH-Jetronic y 326 CV de potencia a 5.700 rpm asociado a una caja de cambio automática. En cuanto a sus prestaciones, marcaba un 0 a 100 km/h en 6,1 segundos y una velocidad máxima limitada electrónicamente a 250 km/h, pero que según varias fuentes, llegaba a superar los 280 km/h.
Así pues, las 10.479 unidades que se construyeron de ese modelo salieron de la propia línea de producción de Porsche, de las cuales 45 (E 500 Limited) escondían bajo el capó el 6.8 V8 del Mercedes E 60 AMG con 376 CV, y que bajo pedido, era posible elevar hasta los 399 CV de potencia. Aunque extremadamente discreto, este W124 se diferenciaba de una unidad convencional por sus pasos de ruedas ensanchados para albergar unas vías más generosas, sus paragolpes rediseñados de corte deportivo y las llantas de 6 radios, así como por contar de serie con lavafaros.
Renault Clio V6 Fase 2 (2003)
Como bien sabrás, en su momento la gente de Renault Sport se sacó de la manga un nuevo «culo gordo» de la mano del Clio V6, un urbano que prescindía de sus plazas traseras para alojar un motor V6, del cual existieron dos versiones, el Fase 1, del que se fabricaron unas 1.600 unidades con la ayuda de TWR entre 2001 y 2002, y el Fase 2 que nación como una versión mejorada en todos y cada uno de los aspectos de su sucesor, y no un mero restyling estético. Así pues, para abordar esas mejoras en su propulsor se recurrió a Porsche, quien revisó los sistemas de encendido e inyección, así como los diferentes mapas de motor y los colectores de escape y admisión. Con todo ello se consiguió que el 3 litros V6 atmosférico rindiese 255 CV a 7.1000 rpm (25 CV más que su antecesor).
SEAT Ibiza mk1 (1984)
Después de salir de la cuasi tutela por parte Fiat, y tras el SEAT Ronda «inspirado» en el Fiat Ritmo, SEAT necesitaba urgentemente un nuevo modelo sobre la mesa para afianzar su nuevo camino alejado de la compañía turinesa, siendo esta la razón por la que nación el Ibiza en 1984. Tal era la urgencia que se decidió recurrir a los «ingredientes guardados en la despensa», como lo eran la plataforma del segmento C tomada del Ronda, su diseño que venía de una propuesta fallida de Giugiaro para el Golf fabricándose por Karmann, y para los motores «se llamó» a Porsche Engineering, quien desarrolló a lo largo de su vida comercial un 1.2 de 63 CV, un 1.5 de 85 CV y un 1.7 de 110 CV, con la inscripción «System Porsche» en la culata de cada uno de ellos.
Volvo 850 T-5R (1995)
Si el 500 E era una berlina discreta, el Volvo 850 T-5R de 1995 sería el summum de la discreción si no fuese por su llamativo color amarillo y sus llantas antracita oscuras de 17 pulgadas acompañadas por una suspensión rebajada. Por aquello años los suecos quería añadir a su portfolio un coche que los dejara de asociar automáticamente al concepto de familiares cuadradotes súper seguros y fiables a la par de anodinos y sosos. Y más o menos lo consiguieron, pues en una inteligente maniobra (en mi opinión) para promocionar los 850 convencionales, tanto en su carrocería familiar como sedán, lanzaron en ambas el espectacular T-5R de la mano de Porsche.
Para conseguir la tan buscada deportividad los alemanes partieron del 2,3 litros turbo de 225 CV del T5 que fue llevado hasta los 243 CV a 5.600 rpm y 300 Nm de par motor entre las 2.000 y 5.600 rpm asociado a una caja de cambios manual de 5 relaciones (también se vendieron algunas unidades equipadas con una automática de 4) igualmente puesta a punto por Porsche. Gracias a este conjunto mecánico las 5.000 unidades producidas a nivel mundial lograban hacer el 0 a 100 km/h en 6,9 segundos junto a una velocidad máxima de 250 km/h.