Hemos podido probar durante unas horas el Infiniti QX30 de gasolina, con el motor 2.0 de origen Mercedes con 211 CV, transmisión automática de doble embrague y 7 relaciones con tracción total. El QX30 sigue siendo un coche muy atractivo por su diseño y calidad, pero le faltan algunos detalles para ser un coche realmente redondo. Vamos a verlo en detalle… ¡dentro vídeo!
Las grandes conclusiones que podemos sacar son que el Infiniti es un coche muy atractivo en parado, muy atractivo sobre el papel y muy atractivo a ritmo lento, pero analizado bajo la lupa adolece, sobre todo, de una dirección que nos distancia a años-luz de la experiencia de conducción y estropea bastante una dinámica por lo demás muy lograda. El espacio interior y las piezas Mercedes visibles aquí y allá desinflan un poco el producto final. Vamos a verlo en detalle.
Diseño del Infiniti QX30
El Infiniti QX30 2.0t comparte plataforma y mecánica con el Mercedes GLA 250, incluyendo motor, caja de cambios y tracción integral, pero visto desde fuera es imposible sospecharlo salvo por las proporciones. El trabajo de diseño es tan acertado que, personalmente, me gusta bastante más que el Mercedes además de ser un coche mucho menos visto.
En el interior el diseño también es original de Infiniti y las calidades son incluso superiores al Mercedes GLA, pero aquí sí que encontramos elementos comunes que denotan un punto de ahorro en la fabricación: cuadro de instrumentos, mandos de ventanillas, botones de asientos, satélites, luces o climatizador son los mismos que los del Mercedes GLA. Un pequeño detalle que no gustará a los puristas pero que resultará indiferente para la mayoría.
Motor y comportamiento del QX30 2.0t
Resulta extraño pero esta es la única versión que se comercializa ya del QX30, un coche que nació como diésel en exclusiva y que va a terminar sus días con un único motor de gasolina. Daños colaterales del diesel-gate.
Se trata del 2.0 turbo que incorpora el Mercedes GLA 250. Sus 211 CV son más que suficientes para dar al coche un carácter ágil, aunque no rabiosamente deportivo, y la caja de cambios cuenta con modos Eco y Sport (todo o nada) que nos permiten practicar una conducción tranquila y económica o apurar un poco más las marchas, pero no es un coche para correr.
A pesar de que el empuje es correcto y a pesar de que el chasis tiene un comportamiento muy agradable, con un excelente equilibrio entre confort y control de las inercias, es la dirección la que no nos permitirá aprovechar al máximo las posibilidades que se abrirían ante nosotros si contase con al menos un poco de comunicación entre ruedas y volante. Cero es la información que nos da sobre adherencia, por lo que nos condena a no poder explorar los límites del coche con garantías.
Es una pena, pero parece una decisión deliberada de Infiniti para aislar a su conductor por completo de lo que sucede en el asfalto y tal vez una decisión acertada para un tipo de público que valora la suavidad por encima de todo. No es mi caso, desde luego, y si disfrutas al volante posiblemente tampoco sea el tuyo.
Aspectos destacados del Infiniti QX30
Las principales virtudes del coche se centran en su diseño, exclusividad y calidad de construcción. Sólo por eso ya es un coche atractivo y que merece la pena considerar para aquellos que busquen la diferenciación de un SUV premium poco visto.
En el lado negativo, además de la dirección inerte cabe poner el foco en un maletero de 430 litros que se queda algo justo en la categoría, unas plazas traseras algo limitadas de altura y con poca sensación de espacio y, posiblemente, esa coincidencia de piezas Mercedes que estropean un poco esa estética tan diferenciada de su hermano alemán.