Una de las noticias más tristes del año dentro del sector de la automoción en nuestro país es que, después de un periplo de 40 años, el Volkswagen Polo ha cesado en 2024 su producción en España. El modelo, que llevaba fabricándose en la planta de la marca en Landaben, Navarra desde 1984, ha abandonado la factoría para dejar sitio a los eléctricos que están por venir y sólo con la fábrica de la fábrica de Kariega, sita en Sudáfrica, sustentando una demanda que va a menos, presumiblemente por lo avanzado de su edad, sin embargo este parece que nova a no ser el final del modelo.
Tal y como se ha sabido gracias a unas declaraciones efectuadas por Kai Grünitz, miembro del Consejo de Desarrollo Técnico de Volkswagen, durante el Salón del Automóvil de Los Ángeles, que han sido recogidas por Autocar, hemos sabido que el Volkswagen Polo sí va a pasar por una renovación en 2025 para entrar de lleno, completamente al día, en el segundo lustro de la presenta década.
Volkswagen Polo
Si bien el directivo no entró en detalles en cuanto a cambios que afectarán al modelo, sí que ha dejado caer que se trata de una actualización muy significativa, dejando caer por leves pinceladas que llegarán versiones propulsadas por esquemas híbridos ligeros. Potencialmente, se trata de una renovación basada en la misma técnica que Seat ha adelantado que también tendrá el Ibiza, un modelo que sí se seguirá basando aquí.
Más allá de los cambios que puede llegar a tener el Polo, atendiendo al desempeño comercial de los coches eléctricos, lo cierto es que en términos de industria y empleo, tanto a corto como a medio plazo, España tenía una baza más segura con el Polo que con la serie de eléctricos a batería de corte asequible que los alemanes tienen la intención de poner en producción.
Una decisión tomada sobre la marcha para adaptarse a la situación
La decisión, en realidad, está tomada en el seno de una tesitura cuyos efectos se escapan al control de cada fabricante en concreto, ya que es generada por una serie de condicionantes por parte de las administraciones y una respuesta con poca fuerza por la del mercado.
Y es que, dado el cambio de rumbo en términos de producto que hasta el momento han dado todos los fabricantes que tienen a Europa como su principal mercado, en general se optó por tomar una estrategia con la electrificación como eje del cambio en la que fueran sus principales núcleos industriales los que iban a encargarse de producir sus coches eléctricos más importantes. Las expectativas así lo mandaban.
Esto significa que Volkswagen, que tiene una gran rama industrial asentada en nuestro país con las fábricas de Pamplona, Martorell y Navarra, iba a delegar una gran parte de la producción de sus coches eléctricos en España, algo que implicaba tener que desplazar la producción de modelos térmicos a otras plantas. Modelos que siguen siendo los que el público realmente demanda.
Volkswagen, además dada su delicada situación (ya ha anunciado que va a cerrar tres fábricas), el nuevo CEO del consorcio y la mesa de máximos responsables de la marca ha decidido alargar la vida de los modelos térmicos, dotándolos de hibridación, y retrasar algunos de sus planes con eléctricos, ya que no acaban de tener la demanda que se esperaba.
A día de hoy, los planes siguen siendo los mismos, pero en lugar de que Europa se siguiera beneficiando de la producción de coches como el Polo, lo hará Sudáfrica, en este caso, mientras que entre las plantas de Martorell y Navarra se planea la producción de cuatro coches eléctricos distintos, dos de Volkswagen, uno de Cupra y otro de Seat.
No es Volkswagen el único que improvisa o toma decisiones sobre la marcha
Renault, por ejemplo, también ha ejecutado una estrategia similar, obteniendo el mismo tipo de resultados, aunque con España asumiendo un papel segundario y obteniendo, a corto plazo, un mejor resultado. El fabricante francés dibujó un plan en el que Francia se postulaba como el polo eléctrico de producción, mientras que España adoptó la fabricación de modelos de tecnología híbrida y térmica. Esto, traducido a un plano comercial, supone que actualmente Francia no está viendo recompensadas sus inversiones dada la baja demanda de los coches eléctricos, mientras que en España apenas se ha notado ningún efecto debido a que, precisamente, son los coches híbridos los que están marcando la pauta comercial en estas incipientes etapas de cambio.
Otro fabricante que pasa por una situación similar es Ford, que con cifras menos llamativas en cuanto a matroculacioens lo tiene más difícil susentar el cambio para para adaptarse a la situación del mercado europeo. Por esto, ha anunciado recortes en forma de despidos y la paralización de algunos proyectos que tenían como objetivo comercializar nuevos coches eléctricos específicamente pensados para Europa.
Estas actuaciones por parte de Volkswagen y Ford, para acabar, no sólo tienen origen en unas estrategias centradas todas en torno a coches eléctricos, ya que en gran medida, una importante parte de su actual situación tiene origen en la presencia de nuevas marcas en Europa, principalmente de procedencia china, como MG, que ha aumentado su protagonismo radicalmente en Europa en cuestión de dos años, pero también con el aumento del protagonismo por parte de Dacia gracias al precio de sus coches y a Toyota, que con el auge de los coches híbridos se ha posicionado como el fabricante de mayor peso del mercado.