Existen numerosos vehículos en el mercado, pero solo unos pocos son capaces de marcar un punto de inflexión y postularse como iconos. Sin querer pecar de soberbio, creo que no miento al afirmar que el Jeep Wrangler es uno de esos coches, y la marca americana es consciente de ello. No obstante, los tiempos cambian y afectan a todos los coches por igual, motivo por el que Jeep ha gestado lo que se conoce como Jeep Wrangler 4xe, la variante PHEV del todoterreno. He viajado hasta Ibiza para conocerlo y para responder a dos preguntas: ¿puede el Wrangler 4xe ser un buen coche urbano? Y lo más importante, ¿sigue siendo un 4×4 puro y duro? Vamos a descubrirlo.
Y es que sí, resulta raro desplazarse en un coche tan mítico como el Wrangler y no escuchar ni un solo susurro de su mecánica de combustión, tan solo un leve silbido propio de todo motor eléctrico; aunque esto se resuelve cuando hundimos el pedal derecho. Pero es la evolución, amigos, y si queremos que sigan existiendo coches como el que hoy nos ocupa en estos tiempos es necesario tomar las medidas oportunas.
El Jeep Wrangler 4xe: un icono que quiere seguir vivo
Jeep Wrangler
No tengo nada en contra de este tipo de movimientos, sobre todo si van a permitir que vehículos tan emblemáticos como el Wrangler sobrevivan. Y es que debemos ir mentalizándonos de que esos años en los que los 4×4 puros y duros recurrían a motores V8 de gran cilindrada o bloques diésel de descomunal par han terminado, y ahora queda hueco para mecánicas híbridas enchufables y eléctricas.
Pero tranquilos, porque casi todo ápice que muestra esta hibridación es para bien y cambia sutilmente lo más obvio del Wrangler. En lo que a estética se refiere, el 4×4 de Jeep no cambia apenas, dejando su fisionomía inalterada exceptuando ciertos detalles decorativos en azul, las placas identificativas de la variante 4xe y, por supuesto, la toma de carga situada en el lateral delantero izquierdo.
En el habitáculo sucede algo muy parecido, donde las únicas variaciones las encontramos en los mandos para seleccionar el modo eléctrico puro o el híbrido y un cuadro de mandos en el que no solo se sustituye el tacómetro por un potenciómetro, sino que también presenta menús específicos sobre el funcionamiento del apartado eléctrico. Por el resto, el Wrangler sigue igual: materiales algo espartanos y plasticosos, algunos ajustes recios y otros algo más flojos, una pantalla central de 8,3 pulgadas con Apple CarPlay y Android Auto y una sensación global de coche duro.
Un 4×4 híbrido enchufable que no pierde esencia
Pero dejémonos de detalles y vamos al meollo de la cuestión: ¿sigue siendo un 4×4 puro este Wrangler 4xe? Lo cierto es que sí y por una sencilla razón, y es que Jeep no ha modificado ni un solo detalle en lo que estructura se refiere en esta versión. Por lo tanto, y pese a contar con un esquema mecánico PHEV, el Wrangler mantiene inalterada su capacidad off-road, ofreciendo igualmente reductora, bloqueo de diferenciales delantero y trasero y una considerable altura libre al suelo.
La batería se sitúa debajo de los asientos posteriores, y uno de los dos motores eléctricos en la propia caja de cambios mientras el otro lo encontramos en el eje trasero. Estos ofrecen apoyo al archiconocido propulsor de gasolina de 2.0 litros turbo que, de manera conjunta, pasa a producir 381 CV y unos desorbitados 637 Nm de par. Para gestionar este torrente de potencia, Jeep ha optado por una caja automática de 8 velocidades ZF, que se muestra más rápida y ágil cuando nosotros orquestamos las transiciones que cuando dejamos que sea la propia transmisión quien lo haga.
Dinámicamente no debemos esperar grandes florituras por parte del Wrangler; es un todoterreno puro y duro, y eso conlleva un precio. No es un coche que se sienta cómodo en ciudad por mucho que la etiqueta CERO de la DGT y su capacidad de recorrer 44 kilómetros en modo eléctrico -según WLTP– nos inviten a plantarle cara. Sus generosas dimensiones y su dirección sumamente desmultiplicada no ayudan tampoco.
En carretera no encontraremos dinamismo alguno, porque simplemente no es un vehículo que busque ofrecer ese tipo de conducción. La dirección no transmite nada, hay que anticipar las frenadas hasta acostumbrarnos a los frenos y los balanceos en curva son notables. En autopista la situación no cambia demasiado, pero el Wrangler 4xe tiene dos puntos positivos: un alto nivel de confort y una capacidad de aceleración surrealista cuando contamos con los motores eléctricos a tono y sus 637 Nm de par. Aunque eso sí, debemos realizar correcciones para conseguir llevar el coche en línea recta; la imprecisión es notable.
Bien es cierto que cuando la batería se agota y deja de alimentar el esquema eléctrico el Wrangler lastra peso que extra. Sin embargo, no sentiremos en ningún momento un coche demasiado tosco o lento, puesto que el cuatro cilindros es capaz de digerir los kilos extra con diligencia, aunque eso sí, no con la misma efusividad que en la variante de combustión pura y dura.
Según el ciclo WLTP, el Wrangler 4xe es capaz de cubrir un total de 44 kilómetros, que en la práctica real son ligeramente inferiores a los proporcionados. Se trata de un maridaje eléctrico conformado por dos motores eléctricos y una batería de iones de litio de 17,3 kWh de capacidad. En caso de recurrir a un cargador de 7,2 kWh, podremos obtener su capacidad total en 2,5 horas; si por el contrario lo hacemos con uno de 3,6 kWh, el tiempo se demorará hasta casi las 6 horas.
Pero, ¿afecta esta condición cuando salimos de aventura campestre con el Wrangler? Lo cierto es que no, al menos mientras contemos con todos los sistemas rindiendo a pleno pulmón. Y es que, como ya ha mencionado, Jeep no ha modificado ni un solo ápice de su chasis, garantizando así una capacidad off-road de lo mejor del segmento. Así lo demostró durante la ruta por Ibiza, donde la tierra, barro y diferentes dubbies no se resistieron en absoluto.
Los ejes Dana, el bloqueo eléctrico de ambos ejes Tru-Lok o la desconexión de la barra estabilizadora delantera nos permiten seguir jugando a placer con el Wrangler fuera del asfalto. Sin lugar a dudas, la electricidad no es un impedimento para que el niño mimado de Jeep sea todo un referente en lo que a conducción off-road se refiere.
Entonces, ¿tiene sentido el Jeep Wrangler 4xe?
Jeep ha dejado clara la senda que quiere seguir con el Wrangler, un modelo que se despide del diésel en su oferta de motores. De esta manera, aquellos clientes que quieran catar la última horneada del mítico 4×4 tendrán que hacerlo con el motor 2.0 turbo en solitario u optar por esta variante 4xe.
En caso de decantarnos por esta última, tenemos que saber tan solo está disponible con los acabados Sahara, Rubicon y 80th Anniversary, dejando que el acabado Sport sea exclusivo de la variante de combustión. El precio de partida del Jeep Wrangler 4xe es de 68.900 euros, es decir, 3.300 euros más que el Wrangler de cuatro puertas y acabado Sahara.
¿Merece la pena? Lo cierto es que el Wrangler no es un coche cómodo para ciudad por mucho que presuma de la etiqueta CERO sobre su parabrisas. Y es que sería absurdo considerar este coche como un vehículo apto para el mundo urbano, pero sí que veo ventajas en su sistema híbrido enchufable.
Además de entrar en ocasiones puntuales a los corazones de ciudades como Madrid o Barcelona, esos 44 kilómetros -40 aproximadamente en un uso real en carretera y algo más de 50 en la urbe según la marca- nos pueden servir para no gastar ni una sola gota de gasolina en rutas interurbanas o desplazamientos hasta fincas o lugares donde requiramos de un 4×4 como lo es el Wrangler.
Requisito indispensable que veo para poder adquirir un coche como el Wrangler es, sin lugar a dudas, contar con un punto de carga en casa; de lo contrario un híbrido enchufable carece de cualquier sentido. Así que, si eres un amante del mítico todoterreno americano y quieres disfrutar de él en casi todas las facetas y olvidarte de preocupaciones hasta al menos 2035, puede que sea tu coche.