Actualmente, los compradores de coches se han vuelto locos con los crossover y los SUV. Estos turismos de actitud – que no aptitud – todoterreno copan los primeros puestos de las listas de ventas, con nombres tan exóticos como Nissan Qashqai o KIA Stonic. Aunque puedan parecer un fenómeno novedoso, a finales de los años 90, Subaru lanzó su Outback. Una navaja suiza con ruedas que fue capaz de desdibujar la frontera entre familiar, turismo y todoterreno, sin que la mercadotecnia tuviera que convencernos de ello. 20 años después, el Subaru Outback nos sigue recordando que es mucho más que un todocamino o un crossover.
Sobre el papel, podrías pensar que el Subaru Outback es un familiar glorificado. En verdad, es un producto a caballo entre un familiar y un todocamino, con unas habilidades todoterreno que dejan en evidencia a muchos SUV. Por supuesto, como uno de los productos estrella de la marca japonesa, el Subaru Outback presume no solo de su tracción integral permanente Symmetrical AWD, sino de sus motores bóxer, otra marca de la casa. La unidad probada es un Subaru Outback Bóxer Diesel, con un motor 2.0 de 147 CV, asociado en este caso a un interesante cambio Lineartronic de variador continuo – que en mi opinión, es una perfecta asociación al motor de cuatro cilindros turbodiésel.
Ante todo, practicidad
Subaru Outback
En el Subaru Outback, forma sigue a función. Fijaos por ejemplo en su silueta, con una enorme superficie acristalada y neumáticos de perfil 65, montados sobre llantas de 16 pulgadas. Si hubiera seguido el canon de los SUV, tendría mucho menos cristal y neumáticos deportivos montados en llantas de 19 pulgadas. Esto es una prueba de que lo importante en el Subaru Outback es la funcionalidad y el bienestar a bordo, aunque sea a costa de un diseño menos atractivo que el de sus rivales. Con todo, su frontal, su gran calandra y las ópticas traseras tienen un aspecto sensato, y no podemos decir que el Outback sea “un coche feo”.
Dentro, es un coche donde lo primero que hemos de destacar es su amplitud. En todas sus cotas, y en todas sus plazas, especialmente en sus plazas traseras, con un impresionante espacio para las piernas. Su maletero también es correcto, con 512 litros de volumen máximo de carga y 1.580 litros abatiendo los asientos traseros. Estos asientos se abaten con un tirador, situado muy a mano. El Subaru Outback conserva una rueda de repuesto de tamaño completo, una maravillosa rareza en estos tiempos. Es un habitáculo de diseño sobrio, sin florituras, centrado en la utilización diaria y sin margen a la imaginación.
La disposición de los controles sigue un orden lógico, y solo echo de menos que los números de la instrumentación – organizada en profundos relojes – tuvieran un tamaño más grande, y por tanto una mejor lectura. No tengo queja alguna de los amplios butacones en los que nos sentamos, de su multitud de huecos portaobjetos – bajo la consola central hay mucho espacio y entre los asientos caben incluso botellas de agua grandes – o de su minimalista palanca de cambios, pero debo criticar la excesiva profusión de botones en el volante, así como en el módulo frontal, a la izquierda del volante.
No tienen un uso difícil y acostumbrarse a ellos es fácil, pero su abundancia nos garantiza que en más de una ocasión tengamos que separar los ojos de la carretera. Una de cal y una de arena: la visibilidad interior del Subaru Outback es la mejor de su segmento. Además, las calidades y terminaciones del habitáculo rayan un nivel premium. Gratamente sorprendido en este aspecto. Aunque solo la parte superior del salpicadero y puertas es de plástico blando, los ajustes del resto de plásticos y controles son soberbios. El cuero de los asientos se siente robusto, sufrido y de calidad.
Un rodar premium y más eficacia off-road que un SUV
El Subaru Outback probado monta un motor ya muy conocido en la marca. El único motor bóxer diésel del mercado, un cuatro cilindros de 2,0 litros y 150 CV de potencia. Este motor es la opción por la que se decantan la práctica totalidad de clientes del Outback, que está también disponible con un atmosférico de gasolina, con 2,5 litros y 175 CV. Volviendo a nuestro diésel, desarrolla un par máximo de 350 Nm – constantes entre las 1.600 y 2.800 rpm – y en asociación a la caja de cambios Lineartronic de nuestra unidad, acelera en 9,9 segundos hasta los 100 km/h, con una punta de 192 km/h.
Aunque no lo parezca a priori, el cambio de variador continuo complementa a la perfección el carácter del motor diésel del Subaru Outback. El variador mantiene al propulsor en la zona de par máximo, asegurando recuperaciones buenas y una aceleración correcta. Con un peso de tonelada y tres cuartos, no es un coche especialmente rápido ni podemos esperar prestaciones de órdago. No obstante, sus 150 CV sí son suficientes para afrontar con garantías cualquier trayecto interurbano, y negociar adelantamientos en carreteras secundarias. Es precisamente en estos trayectos donde el Outback se siente en casa.
Su suspensión filtra las imperfecciones y baches del asfalto con solvencia, y el perfil 65 de sus neumáticos se encarga de filtrar los que su suspensión no puede. El resultado es un rodar excepcionalmente cómodo, al nivel de un coche de lujo. Ni siquiera las zonas más bacheadas suponen crujidos o incomodidad para el pasaje. Si a esto le sumamos unos consumos extraurbanos de unos 5,8 l/100 km y un aislamiento acústico excelente, hemos encontrado un brillante aliado para largos viajes. Sin embargo, si sólo usamos el Subaru Outback en carretera, desperdiciaremos una parte importante de su ADN.
Es fuera del asfalto donde el Subaru Outback brilla. Y brilla porque tiene una altura libre al suelo de 20 cm, sólo dos cm menos que todoterrenos puros como el Toyota Land Cruiser, y al nivel de un Dacia Duster, uno de los SUV más capaces fuera del asfalto. Si a ello le sumamos su sistema de tracción total permanente Symmetrical AWD – cuyo reparto de potencia habitual es 50/50 – y unas cotas offroad más que correctas – ángulos de ataque de 19 grados, ventral de 20 grados y de salida de 23 grados – descubrimos que este familiar campero es capaz de superar obstáculos que muchos SUV no pueden afrontar.
El coche cuenta con un modo off-road llamado X-Mode, que optimiza la tracción fuera del asfalto de la mano del ESP, actuando sobre los frenos de las ruedas y el reparto de potencia. También dispone de un control de descenso de pendientes. Sus neumáticos son unos Yokohama Geolandar, aptos para circular fuera del asfalto con garantías, aún siendo técnicamente neumáticos de carretera – no son unos M+S. El precio a pagar por este brillante rendimiento off-road y su comodidad es un paso por curva inferior al de sus rivales, así como un comportamiento menos dinámico y ágil en carretera.
¿Cuánto cuesta el Subaru Outback? ¿Cuáles son sus rivales?
El futuro propietario debe decidir cual es el uso que va a dar a su familiar todoterreno. Si valora más la comodidad en viajes largos y la capacidad de salir del asfalto con garantías, el Subaru Outback puede ser su coche. No obstante, si lo que quiere es el plus de motricidad de la tracción total y la estética más aguerrida de este tipo de coches, pero no quiere renunciar a un comportamiento más dinámico y vivaz en carretera, una buena alternativa a este Subaru es un Audi A4 Allroad o un Opel Insignia Country Tourer, si estamos en el espectro generalista. ¿Cuánto cuesta este Subaru Outback?
Equipado con el motor 2.0 Bóxer Diésel de 150 CV y el cambio CVT Lineartronic, estamos hablando de un precio «de salida» de 35.700 euros para el acabado Executive, el acabado de acceso en esta configuración de motor y cambio. No obstante, esta unidad tenía un acabado Executive Plus, que suma al completo acabado Executive asientos de cuero o el sistema Eye Sight de seguridad activa, por un plus de 1.500 euros, llevando el precio hasta los 37.400 euros. Como viene siendo habitual en la marca, la política de acabados cerrados anula la existencia de extras más allá de una pintura metalizada, por 550 euros.
Una alternativa es el Opel Insignia Country Tourer, aunque para escoger cambio automático, tracción total y motor diésel estamos hablando de un motor de 210 CV y una tarifa superior a los 42.000 euros. Una alternativa más barata es el Skoda Scout, equipado con un motor 2.0 TDI de 184 CV, cambio DSG de seis relaciones y tracción total no permanente. Con un equipamiento similar, tiene un precio casi idéntico al Outback probado, contando con un maletero algo más grande y una amplitud interior similar. Su motor es más potente y tiene prestaciones superiores a las del Subaru, con consumos reales parejos.
No obstante, su sistema de tracción total no es tan eficaz fuera del asfalto, aunque se defiende adecuadamente.