En 2016, Volvo y Uber firmaron un acuerdo de colaboración para el desarrollo de coches autónomos. Un acuerdo cuyo fin último era el desarrollo de taxis autónomos, parte de la estrategia empresarial de futuro de Uber. Pese a un desafortunado accidente, en el que un Volvo XC90 autónomo de Uber atropelló mortalmente a un viandante el año pasado, el desarrollo de las tecnologías autónomas de Volvo y Uber ha continuado. De hecho, los dos gigantes de la automoción y la tecnología acaban de presentar la versión de producción del Volvo XC90 autónomo, los robo-taxis del futuro.
Volvo XC90
A simple vista, se trata de un Volvo XC90 con unos pocos «accesorios». Un Volvo XC90, que dicho sea de paso, acaba de recibir un lavado de cara y mecánicas semi-híbridas, con sistemas eléctricos de 48 voltios. Sobre su techo se ubican radares LiDAR de alta precisión, así como cámaras y sensores de ultrasonidos que actúan como los ojos del coche, permitiéndole capacidades de conducción completamente autónomas. Estos sistemas cuentan con sistemas de alimentación redundante, y conservan tanto unos pedales como un volante, que permiten tomar el control a un conductor humano si algo fuera mal.
Al mismo tiempo, el coche, en su propio funcionamiento autónomo, cuenta con una programación diseñada para detener el coche en caso de algún fallo en sus sistemas de control o navegación. Por el momento, estas tecnologías, pese a haber sido testadas durante millones de kilómetros en condiciones reales de circulación, no serán implantadas en su variante 100% autónoma. Los primeros Volvo XC90 autónomos de Uber tendrán a bordo un «Mission Specialist», una forma rimbombante de decir que en ellos irá conductor especialmente formado para supervisar el funcionamiento del coche y tomar el control si algo fuera mal.
La flota de Volvo XC90 autónomos de Uber y Volvo irá gradualmente aprendiendo y refinando sus algoritmos, con el objetivo último de ser completamente autónoma a medio o largo plazo. De hecho, Volvo espera que para 2025, un tercio de todos los coches que vendan sean completamente autónomos – algo que está en línea con el objetivo último de cero accidentes de Volvo. Cuando los primeros coches construidos sobre la plataforma SPA2 sean lanzados a principio de la próxima década – el Volvo XC90 de tercera generación será el primero – ya contarán con capacidades completamente autónomas, si bien primeramente acotadas.
Con esto Volvo quiere decir que serán capaces de conducirse de forma autónoma sin supervisión, pero en zonas concretas, como por ejemplo autopistas o rondas de circunvalación. De hecho, sus funciones autónomas no se podrían activar fuera de ciertas vías designadas – en el argot tecnológico de la industria, estaríamos hablando de un «geo-fencing». Cadillac hace algo similar con su sistema SuperCruise de conducción autónoma, si bien monitoriza que el conductor esté prestando atención a la carretera, y no sería tan avanzado como el futuro sistema de Volvo.