En el año 2004, los SUV eran vehículos de corte minoritario. Existían y tenían una popularidad creciente, pero como mucho, las marcas tenían uno o dos en sus gamas. Aunque ya se comercializaban coches como el BMW X5, el Mercedes ML o el Volvo XC90, carecían de versiones deportivas. De hecho, nadie se planteaba lanzar SUV deportivos, más allá de experimentos como el BMW X5 Le Mans. Sin embargo, Volvo quiso sembrar el germen de la deportividad en los SUV, lanzando una versión especialmente potente y radical de su buque insignia.
Se llamaba Volvo XC90 PUV y era la estrella sueca del SEMA Show. El festival de Las Vegas era el epicentro mundial del tuning, y en 2004 el tuning estaba en su pico de popularidad y relevancia a nivel mundial – gracias a películas como «A Todo Gas», entre otras cosas. El concepto de SUV deportivo era algo tan extraño entonces, que Volvo apellidó «PUV» (Performance Utility Vehicle) a este SUV, sin incluir la palabra «Sport» en ningún lugar. Y con todo, podríamos decir que estábamos ante un precursor de coches como los Range Rover Sport SVR o BMW X5 M.
Volvo XC90
Tomando como punto de partida un Volvo XC90 V8, los suecos contrataron a la empresa californiana Aria Group para el diseño e instalación de un agresivo kit de carrocería. Este kit ensanchaba la carrocería en varios centímetros, especialmente en la zona de los pasos de rueda. También rediseñaron el paragolpes delantero y el paragolpes trasero. Me llama la atención que conservaron plástico oscuro en ambos paragolpes, jugando al contraste con el llamativo color rojo de su carrocería. Un color, por cierto, en absoluto casual.
Ese color rojo va acompañado de un escudo lateral en el que se puede ver a un alce en posición erguida. Una especie de «cavallino rampante» nórdico, usado por la comunidad de aficionados a la marca, asociado a a preparaciones o vehículos de alta potencia. La idea tras la combinación del escudo y el color es clara: un guiño a Ferrari. A nivel técnico, esta preparación tomaba como base el motor 4.4 V8 – instalado en posición transversal – del Volvo XC90 V8, desarrollado por Yamaha. Su potencia de 315 CV de origen fue llevada hasta unos tremendos 650 CV.
El incremento de potencia fue cortesía de un compresor volumétrico de enormes dimensiones, además de un nuevo sistema de escape y una reprogramación electrónica. Neumáticos Pirelli de altas prestaciones fueron montados en las llantas de 20 pulgadas, en cuyo interior se instalaron discos de freno de 15 pulgadas de diámetro, abrazados por pinzas de ocho pistones. La caja de cambios Geartronic de seis relaciones enviaba la potencia a las cuatro ruedas a través del sistema Haldex de tracción total de fábrica.
Por supuesto, Volvo nunca produjo en serie los XC90 PUV. De hecho, nunca han fabricado una versión deportiva del Volvo XC90. El culmen de las altas prestaciones en la gama XC90 es una versión T8 Twin AWD con mecánica híbrida enchufable de 392 CV – orientada a la eficiencia, más que al alto rendimiento.