El Honda Jazz Hybrid es un automóvil muy peculiar, prácticamente único en su especie principalmente por dos motivos. Para empezar el Honda Jazz, en toda su extensión, es un utilitario concebido con el espíritu de un pequeño monovolumen. Y es que aunque sus cotas no difieran excesivamente respecto a las de la mayoría de sus rivales del segmento B, por diversas razones como altura, posición del puesto del conductor, espacio y soluciones de carga y habitabilidad, perfectamente podríamos clasificarlo con un monovolumen pequeño al uso, o lo que los anglosajones denominan un pequeño MPV.
La segunda peculiaridad del Honda Jazz Hybrid es la presencia de una mecánica híbrida, que en su lanzamiento lo convertía en pionero por estrenar esta tecnología en el segmento B. A día de hoy la única alternativa por precio, segmento, potencia y equipamiento, es el Toyota Yaris Hybrid. A cuento de esta rivalidad y como parece razonable trataré de hacer referencia en muchos aspectos a este rival. Por si no fuera poco culminaremos esta prueba con la comparativa in situ que pudimos preparar mi compañero Mario Herraiz y yo de ambos modelos.
Dicho lo cual adelantaré la conclusión de esta prueba afirmando que el Honda Jazz Hybrid es un producto, sino perfecto, ideal para hacer muchos kilómetros urbanos con mucho confort y unos consumos muy bajos para cualquier utilitario y casi insuperables por cualquier turismo de gasolina no híbrido.
Naturaleza de monovolumen y espíritu urbano en el Honda Jazz
La silueta afurgonetada del Honda Jazz nos adelanta una de las características que mejor define al utilitario nipón, su aptitud de monovolumen. Carrocería alta, voladizo anterior corto y muy inclinado, una gran luneta delantera que se une a la inmensa superficie acristalada lateral y una única opción de carrocería de cinco puertas. La segunda generación de Honda Jazz (también conocido como Fit fuera de nuestras fronteras) evolucionó precisamente para acentuar ese diseño de monovolumen con una distancia entre ejes y una longitud, en general, mayor.
El diseño indiscutiblemente trató de hacer uso de los nuevos rasgos de Honda, buscando estilizar detalles como la parrilla, los faros o los pilotos traseros, sin llegar al toque más exótico y atrevido del nuevo Honda Civic. Ante todo sigue siendo el mismo utilitario modesto que siempre fue, aunque con ciertos toques de calidad gracias por ejemplo al techo panorámico acristalado opcional o a la diferenciación del modelo híbrido con otros rasgos estéticos.
Las diferencias superficiales entre un Honda Jazz y un Hybrid
Concretamente el Honda Jazz Hybrid se desmarca de sus congéneres de gasolina – pues no existe opción diésel – con algunos detalles externos que nos introducen en su tecnología híbrida antes incluso de que nos percatemos de el emblema Hybrid incrustado en su portón trasero. La diminuta parrilla frontal ha sido rematada con una barra cromada y las defensas gozan de un diseño sencillo y aparentemente aerodinámico, pudiendo equipar o no, faros antiniebla delanteros.
El diseño de los faros y los pilotos traseros con transparencia y acabado azulado también pretenden destacar su aptitud “ecológica”.
El Honda Jazz Hybrid también puede escogerse de serie y en exclusiva con la carrocería decorada en color verde lima metalizado que ven en el modelo de pruebas que tuvimos ocasión de conducir, no obstante, también podremos escoger cualquier otro color disponible en la paleta de configuración del Honda Jazz.
Un puesto de conducción elevado para dominar la carretera
Una vez te subes al puesto del conductor ya entiendes una de las primeras peculiaridades del Honda Jazz, pues la posición elevada de la base del asiento prima la conducción característica de un monovolumen, con el cuerpo erguido y dominando desde “las alturas” la carretera. No obstante la altura con el techo es suficiente para que un conductor relativamente alto no tenga problema alguno para encontrar su posición idónea, al menos teniendo en cuenta la versión con techo panorámico que con la apertura del protector solar gana unos centímetros de espacio vertical.
El cuadro de mandos es muy sencillo y un volante multifunción permite acceder a todos aquellos sistemas básicos que podríamos necesitar manipular en marcha. En el modelo Hybrid la instrumentación se ha retocado para ofrecernos la información necesaria del funcionamiento del sistema híbrido, además la tonalidad de su iluminación oscila entre verde y azul para mostrarnos cuán eficientes somos, siendo el verde el tono que indica que el consumo de combustible está siendo nulo o muy pequeño en ese momento.
Materiales muy modestos pero en apariencia duraderos
El equipo de sonido está integrado en el propio salpicadero y el climatizador cuenta con su propia pantalla redonda, práctica e intuitiva en cuanto tenemos localizados los botones que nos permiten organizar su funcionamiento.
La calidad de los materiales es muy modesta, eso no se puede negar. Plástico duro, tapizados de tela sencillos en unos asientos que bien cumplen su función pero que no son especialmente cómodos para pasar muchas horas sentados. Los paneles de las puertas y el salpicadero están rematados con plástico duro con apariencia duradera, pero baja sensación de calidad por no estar mullido en algunas zonas y en muchas otras estar completamente hueco. Parte de las puertas también está tapizada de tela.
Mucho espacio y soluciones inteligentes para alojar la carga
La mayor ventaja del Honda Jazz y el punto en el que a mi parecer gana mucho respecto a sus rivales está en la habitabilidad y la distribución del espacio de carga. Dentro de su pequeño habitáculo las plazas delanteras cuentan con bastantes huecos portaobjetos, por ejemplo los clásicos posavasos integrados en el salpicadero y en la consola central tras el selector del cambio automático (y la palanca de cambios en los modelos manuales). También cuenta con una guantera dividida en dos piezas, una inferior y otra superior d emenor tamaño.
Lo mejor de todo es sin duda la flexibilidad de la banqueta posterior que nos permite dividirla en dos piezas de 60/40 y abatir los asientos de dos formas diferentes. La primera y común con muchos otros utilitarios, es la que nos permite tumbar los respaldos para extender el maletero con un suelo plano solidario a una base que en los modelos no híbridos presenta un doble fondo de aproximadamente 40 litros de volumen.
La segunda y más innovadora es la que nos permite elevar la base de los asientos para situarla en paralelo con los respaldos, de forma que las plazas traseras pueden habilitarse para carga de objetos muy altos que de otra forma no hubieran podido alojarse en el maletero. Esto se consigue gracias a unos asientos que descansan sobre unas barras de acero ancladas en el suelo, un detalle muy interesante que también ha requerido solventar ciertas complicaciones técnicas como retrasar el eje posterior o integrar las baterías en el doble fondo del maletero sin entrometerse en el habitáculo.
Un espacio de carga bien organizado y solidario con la banqueta posterior
El Honda Jazz cuenta con un maletero repartido en dos espacios, hasta la bandeja cubica 337 litros y en el doble fondo otros 42 litros, que pueden aumentar hasta 64 litros si prescindimos de rueda de repuesto temporal (en sustitución por un kit de reparación de pinchazos). En el caso del Honda Jazz Hybrid el volumen hasta la bandeja se reduce a 300 litros y no existe tal doble fondo, más allá de un pequeño compartimento con una tapa que puede alojar otros 3 litros adicionales. Al plegar los asientos podemos obtener un volumen de 1.320 litros y 1.285 litros hasta el techo para el Honda Jazz y el Hybrid respectivamente, con un suelo completamente plano.
Opcionalmente el Honda Jazz puede equipar un sistema porta bicicletas especial que permite cargar hasta dos bicicletas en una base instalada en el parachoques trasero y además cuenta con un sistema articulado para facilitar su inclinación y el acceso al maletero incluso con las bicicletas cargadas.
En Diariomotor: Honda Jazz y Jazz Hybrid 2011 | Honda Jazz Hybrid, presentación en Barcelona